La pandemia ha frenado puntualmente el éxodo de los municipios pequeños y rurales hacia las ciudades, posiblemente de manera puntual, pero no ha llevado población urbana a teletrabajar en la España vacía, según un estudio.

El informe, firmado por el Centro de Políticas Económicas de EsadeEcPol, señala que el fenómeno de la despoblación, que causa profundas brechas demográficas, económicas y actitudinales entre las zonas rurales y las urbanas en España, "no es un fenómeno uniforme", porque no lo sufren los municipios pequeños y rurales del litoral mediterráneo, o los que están próximos a capitales de provincia".

"Despoblación y políticas de lugar", de los profesores Díaz-Lanchas, Diego Loras, Martínez Jorge y Toni Roldán, parte de la idea de que las causas de la despoblación son estructurales y están asociadas a las dinámicas de la globalización y a las economías de aglomeración.

De este modo, el problema no responde fácilmente a circunstancias coyunturales, ni tampoco es reversible con grandes inversiones, sobre todo si no resultan de un proceso reflexivo sobre cuáles pueden ser efectivas para, al menos, paliar el vaciamiento de la España rural.

En este sentido, el informe apunta que "la caída en los flujos migratorios del medio rural al urbano registrada durante la pandemia se ha producido más por el parón en el éxodo de los municipios pequeños que por la llegada de población de las ciudades a los pueblos, motivada, entre otros, por el teletrabajo".

Pero esa caída, si no resuelven problemas estructurales, no se mantendrá en el futuro, añaden las conclusiones del informe, cuyo diagnóstico es claro: "las zonas urbanas concentran más del 65% del empleo y son capaces de generar más del 66% del PIB español, mientras que las zonas rurales congregan menos del 2% del primero".

Según afirma Toni Roldán, director de EsadeEcPol, la polarización territorial está entre las principales mega-tendencias de la globalización del siglo XXI".

"Sus causas son estructurales, están asociadas a las dinámicas de la globalización y a las economías de aglomeración, y generan costes sociales que debemos intentar mitigar articulando políticas efectivas, señala.

"Está claro que el coste de no intervenir es probablemente más alto que el de hacerlo, porque vas a tener que mantener servicios y terminarán siendo cada vez más caros, menos rentables. Pero también es cierto que la despoblación no es un proceso completamente reversible, por mucha inversión que destines contra ella, sino mitigable", explica Roldán en declaraciones a Efe.

En materia demográfica, el informe de EsadeEcPol pone de manifiesto marcadas diferencias entre las zonas rurales y las urbanas.

Según su análisis, en las primeras el porcentaje de población mayor de 65 años ronda el 40% mientras que, en las segundas, este volumen cae al 28%. Un fenómeno similar se produce en cuestión de género; mientras que en las ciudades la proporción se sitúa en 95 hombres por cada 100 mujeres, en las zonas rurales el número de varones crece hasta el 102.

También destacan las diferencias en productividad, así como aquellas relativas al desempeño empresarial medido a través del tamaño medio de las empresas 4,5 trabajadores frente a 2,8 de las zonas rurales y a la tasa de supervivencia empresarial.