El PSOE habla de "apuesta a largo plazo" en sus negociones con Carles Puigdemont, tras la designación de un verificador salvadoreño. Ferraz asume la dificultad de explicar a los suyos las cesiones a Junts, que ha logrado llevar la palabra “conflicto” al plano internacional.

La negociación del PSOE en el extranjero con Carles Puigdemont sentando además a la mesa, como verificador, a un diplomático salvadoreño experto en refugiados, ha hecho aflorar un escenario más complejo de gestionar para los intereses de Pedro Sánchez, que ya equipara sus pasos en una entrevista con las reuniones en Ginebra del Gobierno de José María Aznar por el fin de ETA.

Responde así a la demanda interna de normalizar las conversaciones con Junts para intentar apartarlas de los focos cuando el partido también brega con la inminente tramitación de la ley de amnistía en las Cortes, porque los socialistas son conscientes de generar desconcierto entre sus propias bases.

En el partido, la incomodidad de dirigentes es palpable. A la defensiva, se ciñen a la doctrina según la cual debe aplicarse mirada larga a los acontecimientos, lo que les lleva hablar de efectos balsámicos a futuro para la convivencia, pero, sin dejar de admitir en privado, la dificultad de justificarse ante la opinión pública.