El pulso feminista viene siendo largo y duro en el seno del Gobierno y ha concluido en su enésima batalla con la ministra de Igualdad, Irene Montero, como clara vencedora frente a un PSOE que ve en riesgo su tradicional hegemonía dentro del movimiento feminista. Tanto es así que los socialistas han actuado este jueves por la vía de los hechos y han registrado en el Congreso un paquete de medidas para prohibir el proxenetismo en todas sus formas.

El cabreo se ha extendido a partes iguales entre las dos patas de la coalición. El choque tiene su origen en el intento del PSOE de aprovechar el trámite parlamentario en comisión de la Ley de Libertad Sexual para emprender el camino de la abolición de la prostitución que a punto ha estado de dinamitar el conjunto del proyecto, aprobado en Consejo del Ministros, y pactado en sus términos con la mayoría de la investidura.

Una enmienda introducida por los socialistas para endurecer las penas a quienes se lucren alquilando inmuebles destinados a la prostitución rompía los complejos equilibrios en Unidas Podemos, divididos entre partidarios de abolir y de regular la prostitución, para irritación de Irene Montero, y hasta obligaba a Yolanda Díaz a intentar poner paños calientes en su grupo. A la postre, el plante en bloque de los costaleros llevó al PSOE a dar un volantazo y a retirar una enmienda cuyo éxito estaba garantizado con el respaldo del PP.

A pesar de una tentativa en las últimas horas de desviar el tiro cargando contra los populares, el apoyo del principal partido de la Oposición a esa iniciativa concreta de los socialistas suponía de facto el naufragio de la norma y el consiguiente cisma en la coalición. Ahora, al redoblar su apuesta para perseguir el proxenetismo, en Ferraz se centran principalmente en lo que estiman un punto flaco de UP, su división interna sobre cómo abordar la prostitución y sobre todo qué ocurre cuando es una actividad consentida por la persona que la ejerce.

Las diferencias en el seno del grupo morado se tornan en un filón para los socialistas que aspiran a explotar al máximo con su iniciativa parlamentaria. En este sentido, el PSOE considera que Montero tiene ante sí un “desafío considerable” para evitar su propia erosión. “Ahora todos los grupos tienen que decir si quieren abolir la prostitución o no, si quieren perseguir al proxeneta o no. Va a ser un debate bastante sencillo”, ha advertido Adriana Lastra, vicesecretaria general de los socialistas, en una rueda de prensa desde Ferraz. “Se trata de decir si se está a favor o se está en contra de combatir la violencia contra las mujeres”. Punto.

PSOE y UP vienen echándose un pulso desde el arranque de la Legislatura con sus visiones feministas enfrentadas y cada parte intenta torcer el brazo del otro. Tras sumar los socialistas derrotas con la norma del “Sí es sí”, además de las leyes Trans y LGTBI, o con la regulación de la baja laboral por regla dolorosa, el campo de batalla de la izquierda está de nuevo servido. Abolicionismo versus regulación de la prostitución. Los socialistas han echado a rodar la pelota sobre el tejado de los morados.