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La Moncloa admite una mala gestión de la “crisis Ábalos”

La sucesión de versiones sobre el encuentro con la “número dos” del régimen de Maduro deja al Gobierno a la intemperie

La Moncloa admite una mala gestión de la “crisis Ábalos”

 

Ricardo Rodríguez
@rrodriguezmaeso

Jefe de Política

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 02:22

Las versiones a cuenta gotas de José Luis Ábalos sobre su encuentro clandestino con Delcy Rodríguez ha instalado en el Gobierno y en el PSOE una desconcertante sensación de desbarajuste, además de caldear el ambiente interno. Las cajas destempladas con las que el titular de Transportes trató de zanjar ante su parroquia la granizada sobre su cabeza – su “A mí no me echa nadie”- sólo sirvieron para revelar cómo de revueltas bajan las aguas.

La lectura de la realidad y de la estrategia más adecuada para afrontarla en los círculos más altos del entorno de Pedro Sánchez ha pecado de “exceso de confianza” ante la ya denominada por ellos mismos “crisis Ábalos”. La apuesta inicial de La Moncloa por un sonoro silencio para pasar página cuanto antes, aún a riesgo de dar cancha las conjeturas sobre el alcance de los acontecimientos en Barajas en la madrugada del lunes 20 de enero, ha derivado en un grave problema incluso a nivel internacional, pues tanto la Unión Europea como Estados Unidos han pedido luz y taquígrafos.

El propio Ábalos, peso pesado conectado directamente con el Presidente, desdeñó el espinoso encuentro desvelado por Vozpopuli y creyó poder zanjarlo con un rotundo desmentido. A partir de ahí, fueron amontonándose las versiones, cambiantes, a cuenta gotas. Desde negar un cara a cara con Rodríguez, pues el titular de Transportes sólo había acudido al aeropuerto a recibir a su amigo el ministro de Turismo de Venezuela, Félix Plasencia, que llegaba para asistir a FITUR, para luego matizar que se había limitado a saludar a la vicepresidenta del régimen chavista sobre la que pende la prohibición de pisar suelo europeo, a petición de Plasencia.

En otra vuelta de tuerca más, José Luis Ábalos llegó a subir al avión ante el empeño de Delcy Rodríguez de salir del aparato y de violar el mandato comunitario. Obligado a recomponer su historia a trompicones, Ábalos salpicó a otros dos compañeros de Gabinete, el responsable de Interior, Fernando Grande-Marlaska, y la de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. Para entonces, el roto con las enrevesadas explicaciones era un clamor. El botón del control de daños fue pulsado en el Palacio de La Moncloa. Era la admisión de la “mala gestión” del caso. Así lo trasladan en privado a la Cadena COPE próximos al propio Sánchez.

Colaboradores del Presidente asumen “errores de comunicación”. El propósito de La Moncloa siempre fue que dejara de hablarse del episodio de Barajas lo más rápido posible. El mismo Sánchez pretendió dar imagen de normalidad el viernes a su paso por FITUR, pero reveló exactamente lo contrario. El blindaje en su recorrido por los stands de la Feria Internacional del Turismo resultó total, solamente para gráficos, sin periodistas ni preguntas. El férreo control a la prensa llegó hasta el mismo lugar dónde intervino el jefe del Ejecutivo, sin posibilidad de acceso, pese a ser convocada, ante la limitación del aforo. Asumida su torpeza, al albur de la tormenta, cambio de estrategia. 24 horas después, Pedro Sánchez abandonó su hermetismo, defendió a José Luis Ábalos y hasta lo ensalzó por haber evitado una “crisis diplomática”.

La “crisis Ábalos” ha complicado la vida al Gobierno, dejando por medio a varios compañeros y al mismo Pedro Sánchez desguarnecidos. Esto ha sido así al ser pillado José Luis Ábalos con la “número dos” de Nicolás Maduro. Y aún está por ver si por algo más.

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