La escalada de la inflación continúa imparable tras registrar en agosto su máximo desde 2012. El índice de precios al consumo (IPC) creció durante el último mes hasta alcanzar el 3,3 % de variación anual, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Una situación que se deriva del caos que vive el mercado eléctrico y que ha vuelto a experimentar una subida en la factura este lunes, situándose en los 132,65 euros por megavatio hora (Mwh). Y es que, según el INE, los combustibles líquidos se han encarecido en lo que va de año un 32,7 %, los carburantes un 17,6 %, la electricidad en casi un 17 % y el gas un 10,8 %.

Un récord tras otro que nos ha dejado este fin de semana una nueva marca en sábado. En concreto, el precio de la luz se situó en 134,89 euros por megavatio hora, la tercera cifra más alta de la historia, sólo por detrás del dato del pasado jueves (140,23 euros) y del de este viernes (137,7 euros).

Mientras el precio de la luz en el mercado mayorista en España sigue pulverizando nuevos máximos históricos, el encarecimiento se ha trasladado a la cesta de la compra. Unas subidas que se traducen en aumentos en los costes de producción, transporte y distribución de las empresas.

Entre los productos que más han engordado sus precios por la subida del precio de la luz se encuentra el aceite, que ha elevado su coste un 20%; el agua mineral, los refrescos y los zumos, con un 7,4 %; la fruta fresca, hasta situarse en el 4,6%; los huevos, marcando un 3,5%; y la carne, con un 3%.

“Todos los datos demuestran como la fuerte competencia que existe en nuestro país, la capacidad de elegir que tienen los consumidores entre unos establecimientos y otros, la manera en que estos vigilan los precios, obligan a todos los actores implicados en la cadena a mantener esos precios los más bajos posibles y, en el caso de que haya subidas, estas lleguen lo menos posible a los consumidores”, apunta en una entrevista a COPE el director general de la Asociación de Empresas de Supermercados (ASEDAS), Ignacio García Magarzo, quien considera que “la alimentación no va a ser un problema para los ciudadanos gracias a esa estructura de la distribución”.

Esta situación de encarecimiento en los precios coloca al empresario y a las grandes superficies en una clara disyuntiva: subir lo menos posible los precios, o no subirlos y asumir las pérdidas. Una decisión que podría someterlos –en todo caso– a un procedimiento de perdida de clientes.

La realidad es que, por ejemplo, el aceite ha incrementado su precio en un 20% y el de la carne en un 3%. “En este momento la evolución del IPC demuestra que hay algunos alimentos que suben por el incremento de las materias primas y otros que bajan, pero que en general el comportamiento es muy estable”, declara García Magarzo.

“Puedo decir con toda seguridad que la estructura y el comportamiento de los empresarios en la distribución alimentaria va a garantizar que los precios se sigan conteniendo y que los consumidores no tengan un problema con la alimentación”.