Apoyar a Susana Díaz en 2015 le permitió a Ciudadanos exhibir su carácter de "árbitro". Pero ahora la formación quiere dejar de ser la muleta para salir al ruedo. Su candidato, Juan Marín (Sanlúcar de Barrameda, 1962), es ecléctico en lo que a política se refiere: estuvo en Alianza Popular, en el Partido Andalucista y en Ciudadanos Independientes de Sanlúcar (CIS), la formación que él cofundó en 2006 tras la convocatoria de una polémica huelga de basuras en este municipio situado en la desembocadura del Guadalquivir.

Tras arrebatarle la mayoría al PP en el Ayuntamiento de Sanlúcar y gobernar en coalición con el PSOE, la formación de Albert Rivera llamó a su puerta en 2011. Entonces Ciudadanos no tenía estructura ni implantación en Andalucía, pero siendo prácticamente un desconocido, Marín logró en las elecciones de 2015 acceder al Parlamento andaluz con nueve diputados.

Así comenzó a despuntar la carrera de este político al que la muerte de su padre obligó a dejar su trabajo en la Caja de Ahorros de Jerez para dedicarse al negocio familiar: una joyería relojería de carácter tradicional. Aunque no finalizó sus estudios de Relaciones Laborales, el candidato de Ciudadanos ha encaminado su vida empresarial al ámbito de la admistración y gestión de espacios comerciales y de actividades infantiles. También ha sido directivo de la Asociación de Empresarios de Sanlúcar y presidente de la Asociación de Comerciantes. Su trayectoria profesional lo ha hecho especialmente sensible a los problemas de pymes y autónomos, respecto de los que ha defendido simplificar trámites burocráticos o bajar sus cuotas.

Casado y con dos hijos de 18 y 19 años, el candidato de Ciudadanos sabe lo que significa trabajar en equipo por un objetivo común. No en vano, ha dedicado media vida al voleibol, deporte en el que se ha desempeñado como jugador, entrenador, directivo y hasta presidente del club Adesa 80. Su pasión primigenia era el fútbol, pero una grave lesión en la pierna lo obligó a repensar sus planes.

Como buen deportista, Juan Marín sabe adaptarse a las circunstancias. Según ha asegurado, no garantizará la continuidad de Susana Díaz en el palacio de San Telmo. En septiembre rompió el pacto de investidura que había suscrito con ella por sus “incumplimientos”, especialmente en materia de corrupción y regeneración democrática. Ahora espera que el tablero político vire a su favor y le permita dar el 'sorpasso' al PP, con quien podría poner fin a 36 años de gobierno socialista.