En 2018 en el marco de la convención de piratas informátitos Def Con, Emmet Brewer, un niño de tan solo 11 años lograba piratear una web que simulaba la de las elecciones de Florida (EE.UU.) hasta el punto de cambiar el nombre del ganador, evidenciando así las algunas de lasvulnerabilidades en el sistema.

Dos años antes, EE.UU vivía otra polémica relacionada con supuesta piratería rusa que perseguiría interferir en los comicios que enfrentaban entonces al republicano Donald Trump con la demócrata Hillary Clinton.

Según un informe de Microsoft, en 2020 hackers chinos, iraníes y rusos habrían tratado de atacar personas vinculadas a las campañas de Trump, que se jugaba su reelección y de su rival en las urnas, Joe Biden.

Lo cierto es que en la era digital, la polémica, la sombra de la duda y la literatura sobre supuestos intentos de influir en unos comicios, siempre ha estado presente.

Ningún sistema en seguro al 100%

A pocas horas ya de las elecciones en Madrid, nos preguntamos hasta qué punto es posible 'hackear' el 4-M. "Si hablamos del servicio centralizado de cómputo -el sistema informático donde este se realiza y procesa-, en un principio no", deja claro a la Cadena COPE, Antonio Ramos, miembro de Mundo Hacker y CEO de Stackoverflow. "Aunque ningún sistema en seguro al 100% , los de recuento electoral son sistemas en un principio suministrados por empresas de reconocido prestigio, que han pasado controles de auditoria internas y externas del código y pruebas sobre el correcto funcionamiento para este tipo de situaciones".

Sin embargo, los sistemas de cara al público como las webs donde se puede ir consultando a tiempo real los resultados según avanza la noche, "sí podrían ser atacados y alterados, pero solo sus resultados virtuales – nunca los reales-, o dejarlos fuera de línea", matiza el experto en ciberseguridad. En cualquier caso, siempre "se ponen medidas de ciberseguridad para evitar que suceda y minimizar un impacto reputacional en medio del recuento de cara a la ciudanía".

Advierte Antonio Ramos quelos sistemas de ciberseguridad actuales, -que son muchos y diferentes-, se "implementan" precisamente "para evitar o mitigar el riesgo de posibles ciberataques".

De hecho, un proceso "normal", que se "debería de poner en práctica en cualquier proceso electoral y que obedece a la metodología de buenas prácticas en ciberseguridad", pasaría por realizar "pruebas de los sistemas de exposición de información de cara a los ciudadanos durante los días previos al proceso electoral". ¿Cómo? "Mediante la realización de pruebas de hacking a estos servicios por auditores contratados para tal fin y mediante su información al proveedor contratado".

Si se llegara a hackear un sistema electoral sería ungolpe de estado o un golpe de estado autonómico

GOLPE DE ESTADO

No obstante si se llegara a hackear un sistema electoral "evidentemente sería un golpe de estado o un golpe de estado autonómico, ya que constituiría un delito fragante de la manipulación de un sistema democrático, con todas las consecuencia legales y sociales que traería".

Es decir "si se produjera una manipulación real de los datos, equivaldría a un pucherazo en toda regla y habría que ver que herramientas dispone la justicia para esta situación y sus tipificaciones, según haya sido el tipo de daño, delito, impacto, autoría o intencionalidad".

¿SE PUEDE SUPLANTAR EL PERFIL DE UN CANDIDATO?

La respuesta es clara, "sí y pasa en muchas ocasiones". "La falsificación de perfiles principalmente con el objeto de desprestigiar a ese candidatos, es algo que ocurre", lo que en ocasiones "provoca un importante daño si no se toman las medidas de denuncia y cierre de la cuenta fraudulenta ante la red social correspondiente por los responsables de la seguridad digital de campaña electoral".

¿HAY PARTIDOS MÁS EXPUESTOS AL HACKEO?

Ningún partido parece estar libre de ser 'hackeado' "como ha sucedido en el pasado con los partidos más moderados que tenemos", explica el experto que no obstante advierte de que "los partidos más de extremos -tanto de izquierda como derecha- podrían tener una mayor exposición, ya que también representan las posturas más radicales y cuentan con gente afín más radical".

Para Antonio Ramos "las injerencias en los procesos electorales desde internet hacia la ciudadanía, para la modificación de opinión pública, intoxicación de información o un cambio de tendencias, no son atribuibles a los ciberdelincuentes, ya que carece de rentabilidad económica para ellos, que su trabajo". En su opinión "son atribuibles normalmente a Estados que disponen de operativos -unidades de ciberinteligencia- para este tipo de acciones en internet y redes sociales, con un carácter geo-estratégico o geo-político", si bien "no todos los países disponen de estas capacidades".