Un joven se embarca a trabajar en un crucero y alucina con el trabajo que le obligan a hacer: Nunca más
Por mucho que parezca, trabajar en un crucero no es todo de color de rosa.

Crucero, imagen de archivo
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Por mucho que parezca, trabajar en un crucero no es todo de color de rosa. Series como 'Vacaciones en el mar' han contribuido sin duda a idealizarlo. Pero los ideales a veces chocan con la realidad, o dependen mucho del cristal con el que se mire.
Para muchos jóvenes, embarcarse en un crucero como parte de la tripulación es mucho más que un empleo temporal: es una puerta abierta al mundo, una forma de ahorrar mientras se exploran culturas diversas y se vive una experiencia intensa a bordo.
Las redes sociales están llenas de clips con puestas de sol desde cubierta, ciudades de ensueño y cenas con etiqueta. Sin embargo, lo que no siempre se muestra es la dureza del día a día que implica este trabajo.
jornadas maratonianas
Aldana López, argentina e instructora de fitness que comparte su experiencia como tripulante en TikTok bajo el nombre @aldilo.11, y Paola, conocida como @paodecrucero, relatan desde dentro cómo es realmente trabajar en altamar. Aunque ambas disfrutan su labor y valoran el viaje, no esconden los desafíos que enfrentan, tal y como informa Curiosity.
Uno de los primeros contrastes con la imagen idealizada es la falta de espacio personal. En la mayoría de los casos, los tripulantes comparten una pequeña cabina con otra persona elegida al azar. Aldana admite que no siempre ha sido fácil: convivir en espacios reducidos con alguien desconocido puede volverse incómodo y desgastante.
En cuanto al ritmo laboral, el descanso como se entiende en tierra firme prácticamente no existe. Las jornadas se encadenan sin días libres como tal, y aunque hay momentos de pausa, el trabajo se reparte en turnos continuos durante todo el contrato. Si un tripulante enferma, puede descansar, pero sin sueldo. El agotamiento, según cuenta Aldana, se acumula con rapidez y termina afectando tanto al físico como al ánimo.
“No tenemos días de descanso”
Paola lo resume sin rodeos: “No tenemos días de descanso”. Incluso durante sus momentos libres debe llevar visible su acreditación, lista para actuar si la requieren.
Más allá del cansancio, lo que más pesa para muchas personas es el desgaste emocional. Los vínculos que se forjan a bordo son tan intensos como breves. Aldana describe con nostalgia cómo amistades profundas o relaciones sentimentales se desvanecen con la rotación del personal. "A la familia la volvemos a ver, pero los amigos que se van quizás nunca más".

Crucero, imagen de archivo
mareos
Paola comparte ese sentimiento con una frase común entre marineros: “A la familia sabes que volverás a verla, pero hay amigos del barco que quizá nunca regresen”. A este vaivén emocional se suma el aislamiento digital: la conexión a internet es limitada y, en muchos casos, de pago. Además, el movimiento constante del barco puede provocar mareos, algo que pocos anticipan antes de embarcar.
Pese a las dificultades, ambas siguen apostando por esta forma de vida. Paola, por ejemplo, ha formado lazos que aún mantiene, ha encontrado pareja y sueña con escalar posiciones hasta llegar a dirigir un barco. “Los verdaderos amigos, aunque se bajen, siguen presentes”, dice convencida.
Trabajar en un crucero no es solo una aventura para redes: es una experiencia completa, con momentos mágicos y sacrificios reales. Una elección que, como el mar, tiene su cara serena y su lado más agitado.





