ÁNGEL VIÑAS (Entrevista)
Viñas: República no paró el golpe de 1936 por inacción y exceso de confianza
El historiador Ángel Viñas, autor de "El gran error de la República", atribuye "la falta de respuesta" de los gobiernos de Azaña y Casares Quiroga frente al golpe del 18 de julio de 1936 a "unas actuaciones insuficientes o mal orientadas y un exceso de confianza".,Viñas, que ha podido consultar fuentes inéditas en una docena de archivos españoles, franceses, italianos, belgas y británicos, sostiene en "El gran error de la República" (Crítica) que el pronuncia
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Jose Oliva
El historiador Ángel Viñas, autor de "El gran error de la República", atribuye "la falta de respuesta" de los gobiernos de Azaña y Casares Quiroga frente al golpe del 18 de julio de 1936 a "unas actuaciones insuficientes o mal orientadas y un exceso de confianza".
Viñas, que ha podido consultar fuentes inéditas en una docena de archivos españoles, franceses, italianos, belgas y británicos, sostiene en "El gran error de la República" (Crítica) que el pronunciamiento de julio de 1936 y la guerra civil no fueron inevitables, sino que "la República pudo prevenir el golpe y desarticular la conspiración".
En una entrevista con EFE, Viñas señala que "los mecanismos de defensa de la República, establecidos por Azaña en 1932-1933 para seguir la pista de la subversión en las Fuerzas Armadas, fueron insuficientes".
Esta inacción de la República permitió que permanecieran en el corazón mismo de los mecanismos de defensa republicanos elementos de la clandestina Unión Militar Española (UME), partícipes de la confabulación monárquica.
Sin embargo, desde el momento en que los conspiradores monárquicos entrevieron en mayo-junio de 1936 que Mussolini iba a ayudarles fue relativamente poco lo que el Gobierno pudo hacer porque nadie pensó que "tras la conspiración se encontraba la ayuda fascista a los monárquicos".
El autor subraya en particular "la responsabilidad de Casares Quiroga, que era presidente del Gobierno", aunque "tampoco se libran los ministros de la Gobernación en la primavera de 1936: Amós Salvador, el propio Casares Quiroga y Juan Moles, ni los ministros de la Guerra, el general Carlos Masquelet y, de nuevo, Casares Quiroga".
Respecto a Azaña, Viñas ha documentado dos reacciones: "Un cierto menosprecio de algún mando militar (Goded) y el que se dejara engañar por los militares, si bien tampoco Alcalá-Zamora (presidente de la República) sale demasiado bien parado".
Los mecanismos de información interna fueron mejores con los gobiernos del bienio radical-cedista que con el del Frente Popular, porque los responsables del primero, Alejandro Lerroux (presidente del Gobierno), José María Gil Robles (ministro de la Guerra), Francisco Franco (jefe del Estado Mayor Central) y Manuel Portela Valladares (ministro de la Gobernación), "se encontraban a gusto con gobiernos de derecha".
Con los gobiernos de la primavera de 1936 "se secaron las fuentes en gran medida, porque los papeles han desaparecido; no se han encontrado o, lo más verosímil, los servicios de información fallaron en transmitir la información más relevante a sus superiores".
Ni el traslado de Franco y Mola habría desactivadoel golpe y, según Viñas, el Gobierno republicano falló también en no tomar medidas contra Goded y Cabanellas: "Lo más probable es que el golpe se hubiese retrasado, pero no evitado, si la ayuda prometida de Mussolini hubiese quedado simplemente postergada".
El historiador considera que la República, que resistió todavía hasta 1939, "no pudo prever la ayuda fascista italiana a los sublevados y menos la del Tercer Reich, ni tampoco la reacción de las democracias occidentales (Francia e Inglaterra) en inhibirse y no ayudarla directamente, y menos aún en que no le permitiesen abastecerse de armas en el mercado internacional".
Además, añade, "la disolución de las unidades del Ejército tampoco ayudó, pues en agosto de 1936 la República ya no tenía un Ejército, se tuvo que formar de nuevo cuño, y en su primer año no tuvo mucho éxito salvo en la defensa de Madrid, en Guadalajara y en la batalla esencialmente defensiva del Jarama".
Sin negar la responsabilidad de los dirigentes republicanos en no cortar la conspiración, Viñas aclara que "los responsables de la Guerra Civil fueron quienes la propiciaron, y aquí, entre los civiles, los más importantes fueron los monárquicos con Calvo Sotelo, Goicoechea y Sáinz Rodríguez a la cabeza, y los militares que los secundaron emborrachados, en mayor o menor medida, de anticomunismo, con los generales Mola y Franco, 'el aprovechado', a su cabeza".