Prácticamente desde que se iniciara en el ámbito de la pintura, el artista Hermen Anglada Camarasa creó de forma "premeditada" un voluminoso fondo documental, que al final de su vida incluía 7.605 documentos, de los que ahora el MNAC descubre 360 en una exposición que podrá verse hasta el 7 de mayo.

"Anglada Camarasa. El archivo premeditado", comisariado por Pilar Cuerva y Eduard Vallés, es un proyecto de "naturaleza híbrida, documental y artística" que permite conocer, gracias al diálogo entre los textos que se muestran y catorce de sus pinturas y dos dibujos, cómo era este barcelonés, enamorado de Mallorca, el artista catalán con una mayor dimensión internacional entre Marià Fortuny y Joan Miró.

Nacido en 1871 y fallecido en Port de Pollença (Mallorca) en 1959, fue un hombre minucioso que tuvo claro desde que empezó su trayectoria artística que tenía que generar un archivo "para poder dejar constancia de su obra", en palabras de la comisaria Cuerva, lo que permite, a la vez, saber que recibía solicitudes para exponer de los museos más importantes del mundo o ver cuáles era las condiciones que imponía a sus compradores.

Entre los miles de documentos, destacan, por ejemplo, los "draconianos" formularios de contratos que pergeñó en los que tanto indica que a la hora de realizar un retrato cobrará la mitad del importe al empezar la obra, como exige "absoluta libertad" para la "ejecución técnica, de composición, color y forma", como desliza que los gastos de transporte irán a cargo de los retratados.

Tanto el director del MNAC, Pepe Serra, como los dos comisarios no han olvidado que la exposición es posible gracias a la "generosa" donación de la familia y, especialmente, a la intervención de su única hija Beatriz, que Anglada tuvo con 62 años, fruto de su tercer matrimonio, con una sobrina nieta.

LA LUZ EN LA CABEZA

La donación del fondo, que permitirá abrir nuevas líneas de investigación sobre su obra, constata la importancia de la fotografía en blanco y negro en los procesos de creación del pintor, con unos lienzos que, paradójicamente, son una explosión de color.

En este punto, Eduard Vallés ha remarcado que las imágenes eran muy importantes a la hora de preparar los cuadros, mientras Cuerva ha apuntado que la nonagenaria Beatriz Anglada, que mañana viajará a Barcelona desde Mallorca para la inauguración, siempre dice que su progenitor "tenía la luz en la cabeza".

Con un presupuesto de 206.000 euros, la exposición también exhibe dos dibujos de Pablo Picasso con Anglada de protagonista, así como dos pinturas de Tomàs de Moragas, dos retratos de los padres del pintor, al inicio del recorrido expositivo y que se quedarán en el MNAC.

Además de numerosas notas de prensa francesas o la comunicación de su nombramiento como miembro de The Hispanic Society of America en 1917, hay fotografías del ámbito familiar, ya sea estirado en una hamaca, ya sea con su hija en brazos o en su primera visita a París, ciudad de mucha importancia en su trayectoria.

Otro de los destacados es su "Cuaderno azul", escrito en torno al año 1954 y exhibido en una de las vitrinas, en el que cita "las obras recomendadas para una exposición retrospectiva", que debe contener "todo lo que he producido", tal era el control que ejercía sobre sus trabajos.

Tampoco pasa desapercibida una carta firmada por Azorín, Miguel de Unamuno, Ramón Gómez de la Serna, Ramón María del Valle-Inclán, José Ortega y Gasset, Luis Bello o Pío Baroja, entre muchos otros, que le piden una exposición para homenajearle en Madrid.

Avanzado a su época, por otra parte, llama la atención el hecho de que en 1900 encargara a una agencia de prensa que realizara el seguimiento de todas las críticas de sus exposiciones nacionales e internacionales.

Para Eduard Vallès es "una categoría de artista poco habitual, un profesional en tiempo de bohemios, que muy pronto supo tutelar su carrera" porque "quería pervivir, continuar en el futuro".