ESPAÑA EXILIO (Entrevista)

La epopeya del exilio en el Winnipeg contada por Óscar Fanjul

La foto del barco de Neruda en el que se exilió su familia preside el despacho de Óscar Fanjul, primer presidente de Repsol, quien rememora a Efe su infancia en Chile en el 80 aniversario de la llegada del Winnipeg a Valparaíso.,Siempre tengo una foto del Winnipeg en el despacho y en el salón de casa, dice Fanjul, con entusiasmo.,Fue entre las páginas de Confieso que he vivido, la autobiografía de Pablo Neruda, donde el economista redescubrió su interés po

Agencia EFE

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Beatriz Díaz

La foto del barco de Neruda en el que se exilió su familia preside el despacho de Óscar Fanjul, primer presidente de Repsol, quien rememora a Efe su infancia en Chile en el 80 aniversario de la llegada del Winnipeg a Valparaíso.

Siempre tengo una foto del Winnipeg en el despacho y en el salón de casa, dice Fanjul, con entusiasmo.

Fue entre las páginas de Confieso que he vivido, la autobiografía de Pablo Neruda, donde el economista redescubrió su interés por esa epopeya de la que siempre había oído hablar en su niñez.

Desde pequeño despertó mi imaginación la historia de un barco huyendo de Francia y cruzando el Atlántico. En la imaginación infantil tiene mucho impacto, asegura el economista con nostalgia.

EL LARGO VIAJE AL EXILIO

El Winnipeg recorrió en un mes la distancia que separaba a los republicanos del exilio: un viaje que comenzó en Francia, donde muchos españoles huyeron al acabar la Guerra Civil.

Yo me pregunto cómo se encontraron entre esas grandes multitudes de gente. Siempre me llamó la atención, y la verdad es que nunca se lo pregunté a mis abuelos, me olvidé. Porque a Francia fueron mi madre y mi abuela -mi abuela con sus cuatro hijos- por un lado y mi abuelo fue por su cuenta, rememora.

El muelle de Trompeloup, en Burdeos, se convirtió en escenario de reencuentros entre los que, separados durante meses, se veían por primera vez desde el final de la Guerra Civil española, en abril de 1939.

Fue allí, en un improvisado despacho, donde Pablo Neruda seleccionó a los 2.000 republicanos que se embarcaron en el Winnipeg rumbo al exilio, siguiendo el encargo del presidente chileno radical Pedro Aguirre Cerda.

En aquel verano de 1939, elegidos de entre otros muchos, los abuelos de Fanjul, sus tíos y su madre -que tenía cerca de 15 años en ese momento- tuvieron la suerte de escapar de los horrores de la guerra.

NOTICIAS DE LA INMINENTE GUERRA EN ALTA MAR

Ante el inminente estallido de la Segunda Guerra Mundial, conseguir una plaza en el buque significaba mucho más que huir de la miseria que los exiliados encontraron al otro lado de la frontera francesa, en campos de concentración y casas de acogida.

Aunque los sobresaltos no habían terminado y la travesía que separaba a los expatriados de Valparaíso, el puerto chileno de destino, no fue un mar en calma: el Winnipeg hizo frente a algún que otro obstáculo en alta mar.

Poco después de abandonar Francia se encontraron con un submarino alemán, cuyos tripulantes y los viajeros del Winnipeg "comenzaron a cantar los unos contra los otros y a insultarse a gritos, narra Fanjul, evocando una anécdota que solía escuchar en su infancia.

PRÓXIMA PARADA: VALPARAÍSO

A medida que el buque se acercaba a su destino, las noticias mundiales sobre la guerra que se avecinaba hacían tambalear la paz entre los pasajeros, como ocurrió con la firma del Pacto de no Agresión Germano-Soviético, en agosto de 1939.

He oído muchas veces que (el pacto) causó un 'shock' muy fuerte dentro del barco, además de grandes discusiones y enfrentamientos entre mucha gente que no entendía cómo la Unión Soviética podía llegar a un acuerdo de este tipo con Hitler, explica.

Las divisiones siguieron al otro lado del Atlántico, donde la prensa sobre los republicanos era muy negativa, a lo que se sumó el gran terremoto de Chillán, que había causado más de 30.000 muertos en Chile en enero de ese año.

"El país no quería más gente que pudiera aumentar el desempleo, explica a Efe Encarnación Lemus, Catedrática de Historia Contemporánea en la Universidad de Huelva (Andalucía, sur de España) y experta en el exilio español.

Por eso, Neruda debía seleccionar trabajadores especializados y dejar fuera a los intelectuales, si tenía que entrar alguien que fuera gente productiva, detalla Lemus.

Algunos españoles se inventaron un oficio, pero también mintió Neruda, recibiendo a más pasajeros de los que el Gobierno le permitía e inventando oficios a medida que los hombres subían, añade.

LA VIDA DE LOS REPUBLICANOS EN CHILE

Por fortuna, una vez superadas las resistencias, los exiliados encontraron su sitio en el país de acogida.

Allí recibieron muy bien a la gente, reconstruyeron sus vidas, explica Fanjul con una sonrisa, cuyos abuelos y tíos nunca volvieron a España.

A diferencia de él, que retornó a los 12 años con un acento latino que pronto perdió, pero no su conexión con el país latinoamericano.

"Me he sentido muy atraído por cuidar y desarrollar mis relaciones con el país, tengo las dos nacionalidades y los dos pasaportes", defiende.

Ya en España, este economista se doctoró en la Universidad Complutense de Madrid y amplió estudios en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos.

Su exitosa carrera le ha llevado a dirigir algunas de las mayores empresas del país, y así fue el primer presidente de Repsol, pero no olvida su vínculo con su país de nacimiento.

De su infancia en Chile, Fanjul evoca las conservaciones de sus abuelos, que se preguntaban "qué habría sido de otros familiares y amigos" después de la Guerra Civil.

Eso mismo se cuestionaban los que se quedaron en España, que encontraron mil y un obstáculos para localizar a los exiliados.

LOS ESPAÑOLES QUE ACABARON EN MANOS DE NAZIS

En el caso del Winnipeg la labor se complicaba por los imprecisos listados de pasajeros, que conoce bien Jaime Cardona, nieto de un republicano que partió al exilio en el buque de Neruda.

Desde 2011, Cardona ha elaborado un listado y hecho una extensa investigación sobre quienes se embarcaron en el buque, que se publicará próximamente, cuenta en una conversación telefónica con Efe desde Mallorca.

Debido al caótico momento histórico, "hay personas que murieron en campos de concentración nazi y aparecen como si hubieran viajado en el Winnipeg, al menos quince, explica. En total, 4.427 españoles murieron en los campos nazis.

Visto en ABC

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