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Cuando el caos cotiza millones de dólares en el arte, pero no en la política

La historiadora de la literatura Núria Perpinyà, que en su libro "Caos, virus, calma" aplica la teoría del caos al desorden artístico, social y político, ha dicho a EFE que, mientras en el mundo del arte "el caos cotiza millones de dólares, en la política no está bien visto".,En "Caos, virus, calma" (Páginas de Espuma), Perpinyà ilustra la teoría física del caos con "ejemplos caóticos" literarios, artísticos, políticos, sociales y sanitarios.,Tras una primera

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 11:49

Jose Oliva

La historiadora de la literatura Núria Perpinyà, que en su libro "Caos, virus, calma" aplica la teoría del caos al desorden artístico, social y político, ha dicho a EFE que, mientras en el mundo del arte "el caos cotiza millones de dólares, en la política no está bien visto".

En "Caos, virus, calma" (Páginas de Espuma), Perpinyà ilustra la teoría física del caos con "ejemplos caóticos" literarios, artísticos, políticos, sociales y sanitarios.

Tras una primera parte dedicada a la teología del orden regulada por la tradición y la religión desde la antigüedad, la autora distingue en una segunda sección un "caos tradicional", cuyas causas son el diablo, los pecadores o la mujer y que "culmina en el infierno", frente a un "caos moderno que comienza a finales del siglo XVIII", "muy apreciado en el mundo del arte y gracias al cual surgen las vanguardias", ha explicado en una entrevista con EFE.

Tras comparar el caos de la materia, cómo se degrada químicamente la materia, con la construcción de un cuadro de Tàpies, Núria Perpinyà descubrió asombrada que "había muchas similitudes".

Perpinyà defiende en la tercera parte su particular propuesta de caos, "una apuesta mixta de semiorden y semicaos", porque, aunque pueda parecer un oxímoron, "el caos también puede ser ordenado, puede haber un orden anárquico, y quizá el ejemplo más claro son los parecidos que hay en las mesas desordenadas de todo el mundo, de todas las edades y condiciones, o los escombros de las guerras; Berlín es igual que Sarajevo o Siria".

Otro ejemplo clarividente es Picasso, que podría ser considerado uno de los artistas caóticos, que más subvirtieron el orden del arte, sin embargo, observa la autora, "por encima de ese caos imprevisto y a pesar de su cambio de estilos, hay un orden subyacente, un hilo conductor en ese caos y en cada época se mantiene muy fiel".

A diferencia con otros artistas caóticos, como Jackson Pollock, en Picasso hay "cambios sorprendentes en su evolución".

Velázquez introduce elementos nuevos como los planos, pero no es comparable a Picasso porque "con el Barroco, un buen artista no se veía en la obligación de sorprender, sólo demostrar que era un buen pintor".

Goya, como romántico, evoluciona más allá de esa perspectiva y llega a ese cuadro paradigmático, "Perro semihundido", que "es casi una pintura abstracta, con esas texturas de color ocre".

En su análisis de la relación del caos con la política, Perpinyà advierte que, "aunque en principio un político quiere ordenar la sociedad y salvaguardarla del caos, en muchas ocasiones en la práctica en lugar de contenerlo, lo siembran, crean infundios, sublevan a las poblaciones".

La diferencia que la escritora ve con el mundo del arte, es que "en arte el caos está bien visto, cotiza millones de dólares, pero en política, a excepción que seas muy radical, como sucedió en la Revolución Francesa, no cotiza tanto".

Se ocupa asimismo la profesora titular de Teoría Literaria de la Universidad de Lleida de la posverdad, que Perpinyà prefiere denominar "posfalsedad, porque denota mejor su sentido".

A su juicio, el origen de la posfalsedad está en el nihilismo de Nietzsche, la deconstrucción de Jacques Derrida, la polisemia de Roland Barthes, en todos los estructuralistas franceses había un juego de la ambigüedad, un juego intelectual de múltiples interpretaciones.

"Cuando esa multiplicidad, que parece rica, se traslada al mundo de la política y el periodismo y aparece la incertidumbre, esa ambigüedad ya no parece positiva, porque parece que todo vale", señala Perpinyà.

Opina la historiadora de la literatura que "esa posverdad, esas polémicas en las redes sociales, llegarán a cansar, vendrán nuevas generaciones y la gente se vinculará a otras fuentes, y no se sabe si vendrá una nueva teosofía o qué, pero no hay nada que aguante cien años".

Curiosamente, cuando ya tenía casi acabado el libro, Perpinyà se vio sorprendida por "un hecho caótico inesperado, la pandemia, que tiene todas las características de la repetición, los bucles, los efectos inesperados, empezar de poco a mucho, la idea de explosión, lo imprevisible".

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