FESTIVAL MÁLAGA

Carlos Saura, el niño que jugó toda su vida tras no poder durante la Guerra

Carlos Saura "no pudo jugar bien de pequeño por la Guerra, pero cuando llegó el momento se convirtió en el niño que no había podido jugar y jugó todo el rato", asegura su viuda, Eulalia Ramón, que destaca su "espíritu absolutamente libre y un disparate mental que era maravilloso".

Agencia EFE

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Carlos Saura "no pudo jugar bien de pequeño por la Guerra, pero cuando llegó el momento se convirtió en el niño que no había podido jugar y jugó todo el rato", asegura su viuda, Eulalia Ramón, que destaca su "espíritu absolutamente libre y un disparate mental que era maravilloso".

Eulalia Ramón ha participado este miércoles en el tributo ofrecido por el Festival de Málaga a Saura junto a dos de sus hijos, Antonio y Anna, y la actriz Mónica Randall, que protagonizó su película "Cría cuervos".

Ha recordado cómo se mantuvo sus últimas semanas "absolutamente lúcido" un Carlos Saura que era "un tipo muy abierto, pero hermético en sus sentimientos y emociones, de las que le costaba hablar".

Pero en los últimos días "vio a unas cuantas personas especiales" que "pudieron comprobar que decía cosas que nunca había dicho", según Ramón, que asegura que "veinticuatro horas antes, él no pensaba que se fuera a morir".

"Una semana antes estaba preocupado por que le renováramos el carné del Abono Transporte, que para él era la vida", desvela su mujer, que añade que el cineasta "se fue con gratitud y con clarividencia".

Le califica como "un terco y un tozudo, que quería que fuera todo como una película", y confiesa que lo que más le "sedujo" de él fue "ese sentido de la vida de jugar, de creer en todo y de ir a por ello", algo que "implica cierto egoísmo".

Por su parte, Antonio Saura veía en su padre "un egoísmo creativo en el buen sentido" y apreció una evolución desde el Saura "atormentado cuando tenía 40 años" hasta su etapa final "cuando ya está consagrado" y sentía que tenía "libertad".

Anna Saura apunta que "todo en su vida lo hacía por su trabajo y nada lo hacía de forma ociosa" y, sobre su actitud con otros compañeros, precisa que Saura "decía que él escuchaba a todo el mundo y solo hacía caso a los que tenían razón".

Mónica Randall siente que ha tenido "la enorme suerte de formar parte de su familia cinematográfica" y le recuerda "siempre como un hombre encantador, al que se le notaba que era un ser bondadoso", y cuyos rodajes eran "una balsa de aceite absoluta".

"En nuestra profesión sabíamos que, cuando la inteligente mirada de Carlos se posaba en un actor, su carrera iba a cambiar rotundamente", asegura Randall, que añade que, cuando le propuso el papel en su película, ella supo "en ese momento que algo había cambiado para siempre".

Visto en ABC

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