TEATRO FESTIVAL (Previsión)

Angélica Liddell "indulta" a su madre en un réquiem que "grita" Niño de Elche

A la madre de la dramaturga, directora y actriz Angélica Liddell le gustaba mucho el flamenco y lo que hacía Niño de Elche por eso, en la pieza que estrena en Temporada Alta dedicada a ella, el cantante tiene un papel protagonista, como lo tiene Extremadura y el ritual del sacrificio.,Liddell ha presentado en el festival de teatro Temporada Alta, que se celebra hasta el 6 de diciembre en Girona, "Una costilla sobre la mesa. Madre", dedicado a su progenitor

Agencia EFE

Publicado el - Actualizado

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Concha Barrigós.

A la madre de la dramaturga, directora y actriz Angélica Liddell le gustaba mucho el flamenco y lo que hacía Niño de Elche por eso, en la pieza que estrena en Temporada Alta dedicada a ella, el cantante tiene un papel protagonista, como lo tiene Extremadura y el ritual del sacrificio.

Liddell ha presentado en el festival de teatro Temporada Alta, que se celebra hasta el 6 de diciembre en Girona, "Una costilla sobre la mesa. Madre", dedicado a su progenitora, fallecida, "incontinente" y "con el cerebro liso", el año pasado, casi a la vez que su padre, sobre el que ha hecho también una pieza que quiere estrenar en Madrid en 2020.

"El sentido de la vida era prepararse para estar vivo mucho tiempo", puede leerse proyectado en el escenario mientras se escucha a Antonio Molina cantando la desgarradora "La hija de Juan Simón", aquel sepulturero que enterró su corazón cuando su vástaga murió.

Entonces, en un escenario con seis sillas tapadas con telas blancas estampadas en las que se intuyen sentadas otras tantas figuras, aparece Liddell y "deflagra" su culpa, desgrana un atroz a la vez que conmovedor texto sobre el "despojo" que su madre era y en el que ella se convirtió al verla enferma.

La madre, disuelta en el "magma de la locura" que es el alzheimer y totalmente dependiente de "otros", "recibe" en un bucle infinito de impiedad y "heces" la declaración de orfandad de su única hija, que confiesa que "no soporta" el amor que siente por ella "después de 50 años de odio".

Entre interpelaciones constantes a Dios y a los ácidos de los excrementos y la orina como fluido conductor de su dolor y desolación, indulta a la que en vida no pudo querer -"ya no consigo odiarte, madre"- y su extenuación performativa recorre la escena como un viento helado que "incinera".

La artista se despoja, se retuerce y se odia mientras que, en un acto de amor a la vez que de desprecio máximo por el consuelo religioso, el perdón trascendente, hace el sacrificio de exponerse ante todos mientras sufre "el castigo" de vestirse y permitir que la aten como a los "empalaos" de Valverde de la Vera.

La pérdida, -"ya no estás para perdonarme"-, el duelo -"que este sufrimiento me persiga todos los días de mi vida"-, la fina línea que separa la existencia del no existir o la corrupción del cuerpo en la vida y en la muerte son parte sustantiva del espectáculo en el que constantemente está latente la tensa relación entre madre e hija.

"¿Qué quiero yo? Quiero que entierren la tierra y cortar tus manos y con ellas hacer un rastrillo para enterrar la tierra", dice en estos "funerales" la única hija, "la hija mala" -"ojalá tu vientre hubiera sido mi tumba"-, de la fallecida (1937-2018).

Extremadura está presente en el "réquiem" de principio a fin, porque las "modelos" que salen al comienzo completamente desnudas llevan en sus cabezas los famosos tocados de Monte Hermoso, de la misma localidad que es el pañuelo que cubre el "altar" en el que pone la fotografía de su madre o el traje con el que se viste el Niño de Elche.

El ilicitano canta solo un tema, una tonada popular rematada con una oración, pero tiene un papel protagónico como performer durante toda la función porque es el transmisor de todo el dolor con un grito "cósmico, infinito y desde las tripas" que "interpreta" durante casi media hora, con "interpelación" incluida a una cabeza de cerdo, que sujeta, golpea y acuna, alternativamente.

"Es un ritual por la muerte de una madre. De la propuesta de Angélica me ha gustado mucho el tema del sacrificio", ha explicado a EFE Francisco Contreras "Niño de Elche", que en Temporada Alta, aunque ya en "formato grabado", participa también en el montaje de cabosanroque "Demonios".

Revela que está en el montaje porque a la madre de Liddell, aficionada al flamenco, le gustó "mucho" una actuación suya junto al bailaor y coreógrafo Israel Galván y ella quiso incorporarle a este "ritual del sacrificio y el amor desatado".

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