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'Con Basket Sí Hay Paraíso'

El finde del baloncesto

Con Basket Sí Hay Paraíso

Cope.es

Tiempo de lectura: 5'Actualizado 18:20

No nos podemos quejar, a este lado del Atlántico la competición que mejor ha organizado y presentado el baloncesto español de clubes, la Copa del Rey, al otro lado del Atlántico la gran fiesta de la diversión, o el entretenimiento alrededor del baloncesto, el All Star de la NBA.

La emoción de la muerte súbita, ganar o para casa, las aficiones reunidas en una ciudad que recibe a los ocho equipos mejores, un torneo corto y continuo, concentrado en cuatro días, la emoción competitiva, la excitación de centenares de seguidores desplazados a una ciudad para disfrutar de una gran experiencia, una ciudad encantada de recibirles,  una plataforma televisiva volcada en el baloncesto, con un producto bien cuidado.

El baloncesto ACB suele recibir críticas por la despersonalización de los equipos, el poco apego que generan en las aficiones las volátiles plantillas, y en muchas ocasiones la falta de referentes, la falta de cuidado con el jugador nacional, que prácticamente en una especie en vías de extinción por increíble que parezca en un país que genera tal cantidad de talento. Esto es como darse un tiro en el pie y compromete seriamente el futuro de nuestro baloncesto. Es cierto que el jugador español puede emigrar a otras ligas, pero allí hallará una protección hacia el jugador nativo que no tiene el español en su país, lo cual es un contrasentido. No hablamos obviamente de las grande estrellas que ha entrado en la NBA y tienen contratos multimillonarios, o en otras ligas como el caso del Chacho en Rusia. Hablamos de que el jugador español en nuestro baloncesto de clubes está maltratado, cuesta ver jugadores españoles en la pista, lo cual es incomprensible. Se puede tener una competición fuerte con buenos jugadores extranjeros y a la vez tener jugadores nacionales en pista y procurar que los siga habiendo. 

Pero al margen de este grave problema, en un país tan futbolero, el baloncesto tiene mucho más impacto en las ciudades de sus equipos que en la percepción general en el país, en el que el baloncesto pasa algo más inadvertido. Sin embargo, en su ciudad, cada equipo tiene un tirón indudable y genera un gran seguimiento e impacto.

Pues bien, esa suma de ilusiones de ocho ciudades se concentra en la Copa del Rey. El Barcelona ha sido el sorprendente ganador de una Copa para la que partía como equipo incógnita y no faltaba quien daba por hecho que no pasaría el primer cruce ante Baskonia, parece increíble que se pueda decir algo así de uno de los presupuestos más altos y uno de los mejores equipos, pero el Barça llegaba casi en estado de derribo días antes del inicio de la competición. 
Importa sin embargo el entrenador, y mucho;  a veces funciona un cambio y a veces no, y la tendencia cuando se produce un cambio tan drástico en el comportamiento de un equipo es interpretar que los jugadores no querían al entrenador destituido. Sólo quienes están dentro lo saben.  No se cuestiona la intencionalidad porque cualquier jugador quiere ganar, quiere ganarse su sueldo y ganar títulos, y más en un grande, pero hay situaciones en las que un equipo no responde a una determinada dirección técnica. Ese mismo entrenador venía de hacer un gran trabajo en otro lado, y el de ahora ha ganado un título a los 12 días de llegar, pero quién sabe si en unos meses o el año que viene no es capaz de sacar rendimiento al equipo, nunca se sabe.

Expresiones como "nos ha aportado felicidad", "ha simplificado las cosas" se escucharon en boca de los jugadores en diferentes días de Copa. Daba la sensación de que Pesic había aplicado el abc para hacer sólido al equipo, buena defensa, mucho trabajo de coco con mensajes sencillos y directos. Ocurrió con Adam Hanga, un extraordinario jugador. Sonada fue la bronca en semifinales, pero porque además son entrenadores que buscan ese cuerpo a cuerpo con el jugador para que entienda su mensaje, y a veces pretendidamente provocador. La respuesta no ha sido un Hanga frustrado o timorato, sino al contrario, un Hanga aún más decidido.  

Ha sido una copa sorprendente porque aunque un clásico Real Madrid-Barcelona es algo tradicional, el desenlace tuvo poco de corriente. El Barça pegó un hachazo y parecía que el partido estaba liquidado. No tuvo la emoción de otros, y sin embargo ,el último cuarto fue una remontada espectacular de un Real Madrid que si algo tiene es que nunca se rinde, con mucho trabajo, mucha defensa, y canastas decisivas de Thompkins, los blancos se pusieron a tiro de victoria. El Real Madrid tuvo posesión para ganar o para llevarlo a la prórroga. Era ganador moral el Barcelona, pero a punto estuvo de llevársela el Real Madrid. 

Y mientras la competición nacional en su máxima expresión se desarrollaba en Gran Canaria, el espectáculo en su máxima expresión se desarrollaba en Los Angeles. El All Star sale airoso de este reto, el reto de recuperar credibilidad, algo que llevarse a la boca con cierta sustancia, no comida basura. El All Star weekend está concebido como un fin de semana de espectáculo, una reunión de leyendas actuales y pasadas alrededor de todo un parque temático de baloncesto y una exhibición de habilidades. Su puesta de largo siempre ha sido descomunal porque si algo no se puede poner a prueba es la capacidad en el mundo del espectáculo de la industria estadounidense, y en concreto de la NBA.

Sólo hay que vivir por dentro un All Star para darse cuenta de su descomunal puesta en escena. Ocurría sin embargo que en los últimos años que se había convertido en algo demasiado insustancial. Sólo quedaban los concursos de triples y especialmente el de mates, con toda su plasticidad y su centelleante seducción. Cómo resistir sin abrir la boca ante los concursos que hemos visto en los últimos años, especialmente el Lavine-Gordon.

El All Star 2018 de los Angeles sin embargo ha recuperado algo más de sustancia en el juego. Los mismos jugadores que han pasado olímpicamente en los últimos años de poner algo de sudor para darle al espectador algo digno, han tomado la decisión de devolverle el juego al aficionado. ¿Será tal vez por la decisión de responsabilizar a los jugadores con la confección de los equipos? no tengo ninguna duda. El cambio estratégico de pasar del duelo de conferencias Este contra el Oeste a dos selecciones de jugadores elegidos por los dos más votados, en este caso Lebron James y Steph Curry, ha hecho posible el cambio.

Y el cambio de mentalidad nace de los propios jugadores, impulsados lógicamente por la organización, pero eran los jugadores los que estaban ofreciendo un producto que no era adecuado, y los jugadores han decidido cambiarlo. Lo ha dicho repetidamente el comisionado de la NBA, Adam Silver, tras el último All Star la llamada del presidente del sindicato de jugadores Chris Paul fue capital. Había que cambiar esto. Silver desveló que también se involucró Michael Jordan, que además ahora forma parte de la patronal como dueño de franquicia. 

El cambio era posible y necesario. El formato nuevo que nos devuelve al principio de los tiempos, la cuadrilla de peques  y dos líderes escogiendo jugadores para sus equipos ha funcionado.

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Lebron y Curry, sobre todo Lebron, se han tomado esto mucho más en serio. El Rey quería ganar y lo hizo tras remontada con su equipo, para además ser el MVP del All Star. 

Lebron parece haber recuperado el ansia competitiva tras un primer tramo de campeonato de fiasco en Cleveland, se ha reactivado con el cambio de plantilla en los Cavaliers y su implicación en este All Star. 

Fue curioso porque tras una primera ronda muy floja en el concurso de triples, asistimos a un gran final, con el joven Devin Booker, cachorro de los Suns, haciendo una gran demostración de precisión para llevarse el concurso, 28 puntos sumó. Y el concurso de mates de nuevo volvió a ser lo mejor del fin de semana. Se lo llevó el novato maravilla de Utah y compañero de Ricky Rubio, Donovan Mitchell, que en el global sumó más que nadie ante un meritorio Larry Nance jr, cierto es que ambos hicieron homenajes en un caso a Vince Carter y en el otro a su padre, el pionero ganador Larry Nance. Pero fueron mates de gran dificultad y brillante ejecución. Mitchell hizo unos mates de gran plasticidad, pero curiosamente el mate más complejo o más espectacular de todos lo hizo Dennis Smith jr, el joven de Dallas Mavericks que no pasó a la final. Y cómo explicarlo, cómo explicar que hiciera el posiblemente mejor mate del concurso pero no ganara. En este caso le penalizó el sistema en el que había de sumar en dos mates, y en la suma salió perdiendo, pero dejó una imagen espectacular. 

El All Star es un fin de semana de entretenimiento, de fiesta, de diversión, también para acordarse de los que lo fueron todo, o los que ya no están, y nadie como la NBA lo hace,  pero además ha conseguido volver a honrar el juego. 

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