Salva Ballesta fue protagonista en El Partido de las 12 la noche de uno de los lunes más extraños que haya podido vivir. Iba camino de Vigo para firmar como segundo entrenador de Abel Resino, pero una llamada, a medio camino, cambió los acontecimientos: "Abel me dijo en verano que quería contar conmigo de segundo y comenzamos a hacer equipo. Pero este mediodía me llama el preparador físico del Celta, y me pasa con el presidente. Él me dice que hay una situación triste, pero que está recibiendo muchas llamadas de que en las redes sociales hay un sector del público que se manifiesta en contra de que yo sea segundo entrenador del equipo", comentó, con decepción.Todo nace por el rechazo masivo de un grupo ultra de aficionados, contrarios a la forma de pensar de Salva: "Yo no tengo mala relación con ellos, ni nada en contra de ellos. Tienen su forma de pensar y yo se la respeto. Si en un partido en que salgo a calentar en Balaídos, hubiera sido titular, que no hubiera estado por la banda, ni me habría enterado."Y pese a mostrar su agradecimiento a Abel por su confianza, no escondió su disgusto por el gesto del entrenador de firmar en solitario, sin Salva: "Mucha gente me llama diciendo que lo de Abel es una traición. Si yo firmara un contrato y tengo un equipo de trabajo, firma todo el equipo, pero él está en su derecho de firmar. Yo le deseo lo mejor."También quiso sentenciar, ante quien le atribuye admiración suya hacia figuras nazis, que "puedo admirar a quien sea, independientemente de su ideología, pero la política no me interesa".