Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se han reunido esta tarde para comenzar a estudiar iniciativas conjuntas en el Congreso, especialmente en lo que se refiere a una posible reforma de la Constitución, un planteamiento en el que el líder socialista lleva insistiendo tiempo como supuesta panacea para resolver el desafío separatista catalán. La reunión se produce en el contexto de la denominada “Declaración de Barcelona”, firmada entre las Ejecutivas del propio PSOE y del PSC, y también pocos días después del ofrecimiento del PSOE manchego a Podemos para entrar a formar parte del gobierno autonómico.Nadie puede llamarse a engaño. La formación morada no oculta que su única intención en este coqueteo con el PSOE es reeditar una suerte de cordón sanitario para aislar al PP y conseguir echarlo de La Moncloa. Resulta tan preocupante que Sánchez quiera cimentar la base de la que él llama “mesa del cambio”, para afrontar los principales problemas que tiene hoy España, excluyendo al Partido Popular y buscando acuerdos con los radicales. ¿Qué reformas de calado y de futuro, como puede ser un importante cambio en la Constitución, se pueden plantear al margen de la que es hoy la fuerza mayoritaria de gobierno? Sánchez tropieza otra vez en la misma piedra, corre el riesgo de confundir los deseos de la militancia con los del conjunto de los votantes socialistas, y olvida aquello de que cuando el PSOE juega a ser Podemos, gana Podemos.