Abrió plaza Jesus Yglesias, de la Escuela de Salamanca, que se las vio con un dulce ejemplar de las Hermanas Ortega al que recibió a portagayola y con el que firmó una faena templada. Mostró un concepto clásico, castellano. Dio una vuelta al ruedo tras una leve petición.

Julio Méndez cuajó una actuación muy completa con un buen ejemplar de Ginés Bartolomé. Toreó con ritmo a la verónica y después templó y ligó en varias series con la muleta echada a la mano derecha que llegaron mucho a lo tendidos. El alumno de la Escuela de Badajoz se encajó en el toreo al natural antes de dejar una estocada delantera que ralentizó que el eral cayese con prontitud. Aún así, paseó una oreja pedida con fuerza.

Sergio Rollón, de la Fundación El Juli, sorteó un ejemplar de Ginés Bartolomé escaso de fortaleza y sin ritmo ni claridad en sus embestidas. El novillero puso firmeza y arrancó algún derechazo de mérito dentro de un conjunto que no terminó de romper. Con la espada estuvo fallón.

El mexicano Jairo López firmó un tercio de banderillas de menos a más, destacando un buen tercer par. El alumno del CITAR lució menos por la escasa entidad del eral que tuvo enfrente. Aún así, sobresalió su valor y firmeza. Dio una vuelta al ruedo como premio.

El venezolano Rafael de la Cueva pechó con un ejemplar deslucido de las Hermanas Ortega que nunca terminó de pasar. El pupilo de la Escuela Yiyo puso empeño pero no hubo réditos artísticos.

Pedro Rufo brindó su faena de muleta a su hermano, el diestro Tomás Rufo. Su novillo de Ginés Bartolomé, pese a dos vueltas de campana que se dio en el tercio de banderillas, embistió con nobleza a la muleta del toledano, que se mostró como un novillero bullicioso y sabiendo manejar con soltura el engaño. Gustó su toreo al natural aunque lo emborronó todo con la espada. Aún así, fue obligado a dar una vuelta al ruedo.