¿Por qué, en temas sociales la Iglesia parece de izquierdas y, en otros, como el aborto o la familia, su discurso se acerca a la derecha tradicional? A veces la opinión pública parece desorientada, y no consigue ubicarla ideológicamente. La declaración “Dignitas infinita”, hecha pública esta semana por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, se ha convertido en uno de los textos de la Santa Sede más descargados en internet. En una síntesis magistral, llena de ejemplos prácticos, el documento presenta la coherencia de la doctrina social de la Iglesia a partir de la concepción de la persona creada por Dios a su imagen y semejanza. De ahí surge una concepción de la dignidad de la persona que ha evolucionado históricamente, pero que en todo caso se fundamenta sobre sólidos cimientos, dando lugar a pronunciamientos en defensa de esta dignidad, igualmente apasionados coincidan o no con la opinión mayoritaria en cada tiempo y lugar.

Este es el tipo de racionalidad política a la que solo pueden soñar con aspirar las ideologías seculares, que a menudo irrumpen con estruendo para verse pronto convertidas en obsoletas. Es la razón también por la que los grandes pensadores de la historia, de una u otra sensibilidad, han sentido fascinación por el pensamiento católico. Más incluso que los propios católicos, que a menudo ignoran el inmenso potencial de la doctrina social para dar respuesta a los dilemas de cada época.