No han obtenido los resultados deseados, la campaña se les hizo eterna por inflar las expectativas en exceso y, ahora, el PP navega en un mar en el que tendrá que encontrarse en algún momento con el barco de Vox. Han ganado las elecciones, eso sí, y han desbancado a la izquierda de la primera posición en Castilla y León, pero no con el colchón suficiente como para tomar decisiones sin contar con otras formaciones.

De puertas para afuera, los populares han querido mantener en todo momento un perfil bajo sobre todo lo relacionado con el ecosistema Vox. Cautela. Se sentarán a partir de este lunes a negociar y hablarán de lo que haga falta. Alfonso Fernández Mañueco abrirá esa ronda de contactos dispuestos al diálogo. Pero durante la larga campaña electoral ––en cuanto a sensaciones de desgaste–– evitaron hablar de pactos con Vox. Terreno vetado. Ahora, dibujado el mapa electoral, parece que no van a tener más remedio que entenderse ambos partidos.

Fuentes de la dirección nacional del PP restan, aun así, importancia al precio exigido por los de Santiago Abascal, aunque esa petición de vicepresidencia haya sido blandida por el propio presidente de ese partido. Un mensaje que han visto “sobreactuado”, propio de la euforia de ese instante, señalan desde las filas del PP. No creen que vayan a ir hasta el final en sus pretensiones, ni que vayan a exigir entrar en el Gobierno, intuyen. “Nosotros queremos gobernar en solitario”, apuntan, por otro lado, desde la cúpula de Génova.

Los populares no se arrugan en exceso por mucho que la izquierda quiera centrarse en el marco del posible pacto entre el PP y Vox, ya que la formación que lidera Pablo Casado quiere apartarse de ese escenario y prefiera no hablar, al menos ahora, de futuros pactos con formaciones políticas.

Para ello, para desligarse de esa bandera que ya está explotando la izquierda después de celebrarse estas elecciones, jugarán la baza del negociado con otros partidos menores para obtener una combinación que le permita obligar a Vox a que se retrate con el sentido de su decisión en una hipotética investidura del candidato popular. “Que cada uno se responsabilice de su voto”, recalcan, por si el bloqueo en las negociaciones forzara en algún punto concreto la repetición de elecciones en Castilla y León.

Los populares insisten en colocar el mensaje de la victoria como una “misión cumplida” y hacen la lectura del resultado electoral en clave nacional. Dicen que lo importante es que la izquierda ha perdido estos comicios, y venden el mantra del inicio de cambio de ciclo en toda España. Ahí señalan al presidente del Gobierno, a Pedro Sánchez, como el gran perdedor en estas elecciones y celebran el desgaste en el seno del PSOE, pero también en sus socios, como Unidas Podemos.