La pregunta más repetida es cómo será el desconfinamiento. Por desgracia, nadie tiene una respuesta con todas las certezas: el límite es muy estrecho. Lo explicó muy bien la canciller alemana Angela Merkel: entre poco a poco volver a esa normalidad o tener de nuevo un gran problema en la sanidad de nuestro país.

El margen es muy estrecho. Y, por tanto, hay que ir con cuidado. Pero, seguramente, lo que tenemos que empezar a olvidar es eso de que hay que valorar qué es más seguro y, sobre todo, si se pueden salvar más vidas por mantener el país prácticamente cerrado por completo. Evidentemente, lo primero es la salud. Eso no hay nadie que lo dude. Pero también prolongar, hacer todavía más grave la enorme crisis económica que se nos viene encima... Eso también cuesta vidas.

El paseo por cualquier ciudad es realmente demoledor: se cae el alma a los pies viendo negocios, uno tras otro, cerrados. Eso son familias. Pequeños establecimientos, que tienen su modo de vida en esos negocios, que están cerrados. Hay muchas pequeñas y medianas localidades de nuestro país que en los últimos 14-15 días no han tenido ni un solo caso de coronavirus. Podrían ellos, a lo mejor, empezar por abrir sus negocios. Aunque sólo fuera para su barrio, para su pequeña localidad.

El Gobierno, seguramente, lo ha planteado. Porque dicen que llevan tres semanas nada menos trabajando en ello. Pero lo cierto es que hace apenas cuatro-cinco días la ministra Teresa Ribera reconocía que no tenía esas respuestas. ¿Es eso improvisación? Si no lo es, se le parece.

Veremos en qué consiste ese plan que se presenta mañana. Pero desde luego, siempre manteniendo la cautela y la seguridad, no se puede olvidar que mantener el cierre a toda costa también cuesta vidas.