Santoral

La Transfiguración del Señor

En la Transfiguración del Señor, se muestra de una forma adaptada a los ojos humanos de los discípulos la Divinidad Gloriosa del Maestro.

Siempre dice el refrán que “una imagen vale más que mil palabras”. Hoy celebramos La Transfiguración del Señor, donde se muestra de una forma adaptada a los ojos humanos de los discípulos la Divinidad Gloriosa del Maestro. Son los Evangelistas quienes nos cuentan cómo Cristo, después de haber anunciado a los discípulos su Pasión y Resurrección, se lleva a Pedro, Santiago y Juan a la montaña.

Mientras oran sus vestidos y su aspecto se vuelve de un blanco deslumbrador como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Al mismo tiempo, se le aparecen dos hombres conversando. Se trata de Moisés, el mediador de la Antigua Alianza, y Elías, el Profeta que exhorta al pueblo a volver al Señor, cuando le habían abandonado por los ídolos, adorando a Baal. Ambos hablan de su Muerte que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y los otros dos hermanos que se caían de sueño, se espabilan ante el resplandor.

Simón-Pedro, incluso, emocionado exclama: “¡Maestro, qué bien se está aquí! ¡Vamos a hacer tres chozas: Una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías!”. Finalmente se les aparece una nube que les cubre con su sombra invitándoles a creer en Cristo: “Este es mi Hijo, mi Predilecto. Escuchadle”. Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre, lo que Dios ha preparado para los que le aman.

Por último, vuelven a ver al Maestro sólo después de la Voz de la Nube, y éste les pide que no cuenten a nadie la Visión que les ha mostrado. Así se pone de relieve la Gloria que un día se nos manifestará. Esta festividad -que si cae en domingo es Solemnidad- comienza a vivirse en el siglo VI en Oriente y en el siglo X en Occidente. En 1547 el Papa Sixto III la introduce en el calendario de la Iglesia.


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