Santos Mártires de Corea: los misioneros laicos que murieron por Corea

El 20 de septiembre recordamos en el santoral a San Andrés Kim y el resto de mártires coreanos

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San Andrés Kim y compañeros mártires. Desde el siglo XVII, la Fe cristiana había prendido en Corea, originando grandes comunidades. Pero, como la fidelidad se nota en las pruebas, esta Iglesia, sufre una violenta persecución que se agudiza en el siglo XIX. Los gobernantes coreanos, luchan por extinguir la nueva religión que les molesta.

Muchos son los cristianos que son apresados y mueren por servir a Cristo. Entre ellos, se encuentra el celoso presbítero y pastor de almas, Andrés Kim, quien había luchado en bien de las vocaciones sacerdotales y del Clero nativo. A él le siguieron un grupo numeroso de  fieles, entre los que se encuentra el insigne apóstol seglar Pablo Chong.

Este nutrido elenco de creyentes, con sus sufrimientos suponen las primicias de la Iglesia coreana, regándola con su vida, entregada generosamente. No en vano, la sangre de mártires es semilla de nuevos cristianos. 

La Iglesia celebra en septiembre el mes de los mártires, con motivo de la fiesta, el 20 de septiembre, de san Andrés Kim Tae-gon y el resto de los 103 mártires asesinados, que dieron su vida entre 1839 y 1867. En una carta, el Papa ha pedido a los fieles coreanos que ésta sea «una oportunidad para comprometerse más plenamente en la urgente tarea de la evangelización».

Para Francisco, la Iglesia coreana de aquellos años es un todo un modelo, ya que, pese a las persecuciones y tener que vivir durante décadas privados de pastores, los fieles cristianos mantuvieron viva la fe.

Fueron laicos los primeros misioneros en Corea en el siglo XVIII, formados por los jesuitas en China. Cuando, a finales del siglo, el primer sacerdote logró entrar clandestinamente en la península, encontró a unos 4 mil católicos, catequizados, pero sin bautizar. La persecución multiplicó su número, y hoy Corea del Sur es el segundo país asiático con mayor presencia cristiana, después de Filipinas.

Las autoridades coreanas erigieron a mediados del siglo XIX un monumento celebrando «El aniquilamiento de la religión perversa de los cristiano». Murieron unos 8 mil fieles, pero su sangre dio fruto.

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