El Santo que dedicó su vida a educar a los que no tenían nada

Jesús Luis Sacristán García

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Durante todo este Tiempo de Cuaresma a punto de acabar porque ya nos encontramos en el V Domingo, Dios ha llevado a cabo una de las principales obras de misericordia que es enseñar al que no sabe. Y es que les ha ido instruyendo acerca de su próxima entrega en la Cruz para resucitar, pero pasando por el desprecio y la ignominia.

La enseñanza siempre ha marcado los momentos principales en la vida de la Iglesia que en los tiempos medievales custodiaba desde los Monasterios para dar esa cultura a las futuras generaciones. Ese testigo lo recibió el Santo que conmemoramos hoy: San Juan Bautista de La Salle. Nacido en Reims en 1651 su madre es profundamente religiosa. Tras estudiar arte en el ámbito civil, entra en el Seminario, se licencia en Teología por La Sorbona y se ordena sacerdote. 

Cuando obtiene el Doctorado le quieren encauzar a otros puestos, pero Juan se muestra sensible a la formación de los pobres, porque quiere profundizar en la sencillez de los hijos de Dios y quiere aprender de los pequeños mucho y darles también de su sapiencia. Para ello se reúne con profesores a los que da una orientación religiosa, humana y pedagógica. Esas reuniones cada vez se van incrementando más y la verdad es que se ha forjado una verdudera escuela de aprendizaje para enseñar a los otros.

Es el inicio de un nuevo carisma en la Iglesia: Los Hermanos de las Escuelas Cristianas también llamados de la Salle. Pidiendo grandes frutos a la Virgen consagró a Ella el carisma, el 15 de agosto, curiosamente Solemnidad de la Asunción. San Juan Bautista de la Salle muere en el año 1719 en Rouen. Tiempo antes había nacido y muerto en los mismos lugares que él otra Santa: Juana de Arco.

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