SANTORAL 2 DIC

La castellana que llegó a reina con corazón de santa

Blanca de Castilla se casó con Luis de Francia. Tras su pronta muerte, ella reinó, mostrando su gran capacidad para el gobierno y para vivir la fe

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Hoy, nos situamos en el marco del Adviento. Un Año Litúrgico terminó, se dio la vuelta a todo el Misterio de la Salvación y ahora toca volver a comenzar con las cuatro semanas que ponen la cuenta atrás para la Navidad. Los requisitos para esta gran fiesta son: la vigilancia, la esperanza, la preparación y el cambio

En este punto, tenemos a una Santa procedente de la Corte y que conmemoramos hoy: Doña Blanca de Castilla. Nacida en 1185, es hija de Alfonso IX, rey de Castilla y Eleonora de Inglaterra. En plena adolescencia, contrae matrimonio con Luis, hijo del monarca francés Felipe Augusto. Al morir el padre, Luis sube al trono, siendo coronado en la Catedral de Reims al mes siguiente. Sin embargo, fue un reinado que se agotaría en tres años, quedando Doña Blanca sumida en la tristeza. La poca compensación eran la regencia y la tutela de su hijo.

Durante su mandato, mostró mucha dulzura, teniendo también bastante capacidad de decisión a la hora de abordar los asuntos cruciales. Logró eliminar todo tipo de conspiraciones y otros asuntos que podrían dañar los intereses del Reino. Uno de los principales problemas a los que tuvo que hacer frente fue la guerra contra los albigenses, herejía que azotaba el Sur de Francia, firmando un Tratado de Paz con Raimundo, conde de Tolosa.

En su faceta como madre, educó en la Fe y la vida a su hijo Luis, futuro rey francés y también Santo. En un deseo de conocer la Tierra de Cristo, peregrina a los Santos Lugares, algo que hizo pocos años antes de morir. Sus restos descansan en el Monasterio de Maubuisson, construido por ella misma, aunque parte de sus reliquias se sitúan también en Roma, en la Iglesia de los franceses.

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