Santoral

San Pío de Pietrelcina, capuchino sufriente del siglo XX

La obra de Dios en su siervo Francisco de Asís y Mateo de Bascio -este último fue el baluarte de los capuchinos- encontró su prolongación y fruto a lo largo de los tiempos. Hoy, llegando a los siglos XIX y XX nos encontramos con una de esas prolongaciones carismáticas en el ambiente capuchino. Se trata del religioso San Pío de Pietrelcina. Nacido en Benevento en 1887 es bautizado con el nombre de Francesco.Desde muy pequeño tuvo experiencias místicas en las que se le apareció el Corazón de Jesús.

Años más tarde ingresa en los capuchinos y se ordena sacerdote. Ya era conocido por una asidua meditación de la Pasión del Señor, derramando profundas lágrimas ante los sufrimientos de la Cruz. La frágil salud hizo que los primeros años ejerciese en su propio pueblo. Por fin se restablece y retorna con sus hermanos en Santa Ana. Un hecho fundamental en su vida sucede en 1916 cuando sube por primera vez al Gargano, en San Giovanni Rotondo.

Ese será el sitio que le designa la Providencia para vivir su consagración. Su profunda oración ante el Crucifijo de la Antigua Iglesia le hace sentir tal unidad, que un día mientras ora, recibe una visita espiritual que le deja como impronta los estigmas de Cristo, con sus llagas. Desde ese momento su humildad le impide que sea visto con ellos, por lo que se pone los consiguientes guantes para la Celebraciòn. De ello dan fe quienes le vieron.

Entre ellos, el Padre José Luis Gago, promotor de COPE, durante sus años en Italia, en los que ofició de subdiácono en San Giovanni Rotondo con el santo religioso. Además de los estigmas tuvo multitud de éxtasis, realizó milagros y Dios le concedió el don de la bilocación y el conocimiento de almas. También tuvo diversos enfrentamientos con el maligno cuando exorcizó algunas almas. También profundamente caritativo, auspició el hospital para alivio de las personas. San Pío de Pietrelcina muere en 1968.


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