
Madrid - Publicado el
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Al comienzo de este mes sigue en nuestras mentes la celebración de San Pedro y San Pablo. Hoy celebramos la festividad del Apóstol Santo Tomás, otra de las Doce columnas de la iglesia, unidas a los dos principales que vivíamos el pasado domingo. De oficio pescador, es uno de los Doce que siguieron al Señor. Los evangelios le llaman el mellizo”.
Cuando marchan a Jerusalén a resucitar a Lázaro que ha muerto, mientras los demás discípulos no quieren ir porque las autoridades buscan a Cristo para matarle, él impulsa a los otros a ir y morir también con él.
Y durante la institución de la Eucaristía en la Última Cena, muestra su desconocimiento del camino por lo que Cristo le tiene que responder que Él es el Camino, la Verdad y la Vida, y que nadie va al Padre si no es por Él. Sin embargo el momento más destacado y conocido que protagoniza este Apóstol es en el Cenáculo después de la Resurrección de Cristo.
El primer día de la semana, el Señor se aparece a los Apóstoles mostrándoles las manos y el costado, lo que les hace llenarse de alegría y creer en las palabras anteriores a su Muerte acerca de que sería crucificado, resucitando al tercer día.
Como en ese momento Tomás no está allí con ellos, no da crédito a las palabras que le dicen los otros, por lo que desafía a Dios asegurando que sólo creerá si mete la mano en los agujeros de los clavos y en su Costado.
Y precisamente a los ocho días, vuelve el Señor y le invita a tocar como pedía las señales lo que le hace exclamar: ¡Señor Mío y Dios Mío! Tras la Ascensión del Señor y Pentecostés, cuenta la Tradición que Santo Tomás, predica el Evangelio en La India. Allí es donde morirá mártir por el Reino de Dios.