
Madrid - Publicado el
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La Limpieza de corazón es una de las Virtudes que el Señor alaba en las Bienaventuranzas. En este Domingo XIV del Tiempo Ordinario, celebramos a Santa María Goretti, con una transparencia de alma hasta el martirio. Nacida en Corinaldo (Italia), en 1890, procede de familia humilde. Al día siguiente de nacer, es bautizada y consagrada a la Virgen.
Dada su madurez, siendo muy niña es confirmada. Su perseverancia le hace rezar con mucha confianza al Señor, asistir a Misa cada día y rezar el Rosario. Pronto emigran para trabajar al servicio de los Condes de Mazzoleni. Allí coincidirán con la familia Senerelli, con la que mantendrán una gran relación. Al año siguiente, muere el padre de María y su esposa se dedica al campo.
María se encarga de instruir a sus hermanos en la Fe. La misma en la que ella había sido educada. Un día viene la prueba. Y es que Alejandro, hijo de la familia Senerelli, atentó contra ella. María puesta en trance de defender su integridad, prefirió morir antes que pecar. Así muere en 1902, perdonando a su enemigo. Su gran frase fue “Yo le quiero tener a mi lado en el Cielo”.
Poco a poco lo fue consiguiendo porque el joven Alejandro cuando salió de prisión estaba tocado por la Gracia de Dios, debido al Capellán que le fue convirtiendo. La opción de vida que había tomado le llevó a ingresar como lego en un Convento capuchino hasta la muerte.
Antes, sin embargo quiso visitar a la madre de María y pedirle perdón. Ella le dijo: “Si mi hija te perdonó yo no puedo ser menos”. Así se acercaron a comulgar junto ante la admiración de todos en la Misa del Gallo de aquel año.