
Madrid - Publicado el
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Nos encontramos con una de las Solemnidades Marianas más troncales en la Historia de la Salvación: Santa María en el Misterio de su Inmaculada Concepción. Así se recuerda como dice el Dogma proclamado por Pío IX que “La Inmaculada Virgen María fue preservado del pecado original desde el primer instante de su Concepción”.
El Señor había dicho a la serpiente en el Paraíso Terrenal que establecía hostilidades entre su estirpe y la de la Mujer. En el Nuevo Testamento San Gabriel saluda a María como Llena de Gracia cuando le va a encomendar la Misión de ser su Madre y, por lo tanto Intercesora.
Desde el principio de la Iglesia se observó cómo los cristianos honraban las fiestas del Nacimiento la Pureza de Nuestra Madre. En el siglo VIII Oriente honraba la festividad de la Concepción de la Virgen en el seno de Santa Ana Occidente la asumió el siglo XI y la fijó para el 8 de diciembre. Aquí no le llamaban Inmaculada explícitamente, pero sí implícitamente.
San Ambrosio aseguraba que su alma estaba muy cerca de Dios. Por el mismo camino iba San Efrén. Los franciscanos, con Duns Scoto, defendieron esta Verdad. Este hombre, en su reflexión señalaba que “Pudo, quiso y lo hizo”. Esto abrió el Camino para la Proclamación del Dogma siglos más tarde. De esta forma la preservó del pecado original.
España había pedido desde su Fe y fervor la Definición de este Dogma. Y además había sido favorecida con un Milagro. Fue en Empel, en 1585, cuando las tropas de los Países Bajos rodearon a España.
A punto de vencer, aquella noche los españoles descubrieron una Imagen de María Inmaculada.
Cuando le invocaron, el agua se heló y vencieron a los Tercios de Flandes. Cuando Pío IX defendió este Misterio la declaró Patrona de España, junto al Apóstol Santiago y concedió a los católicos españoles poder celebrar Misa este día con color azul en honor de María Inmaculada.
Desde el año 1958 con el Papa San Juan XXIII los Pontífices tienen la costumbre de acudir al Monumento a La Inmaculada Concepción en la Plaza de España de Roma para orar ante Ellas y hacer una ofrenda de flores.





