
Madrid - Publicado el
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La figura de la mujer que hoy celebramos, estuvo inmersa en la vida contemplativa para profundizar en el Amor de Dios y pedir por las intenciones de todos los hombres: La Beata María Ángela Astorch. Natural de Barcelona en el año 1592, su familia es muy humilde y sencilla. El hogar es muy religioso. Muere el padre y eso marca en la familia.
Y por si fuera poco, un accidente fortuito estuvo a punto de llevarle a la muerte por envenenamiento. La madre era una mujer de Fe sólida que sabía descubrir siempre la Mano Amorosa de Dios. Incluso cuando había dificultades ella sabía dar la esperanza propia del cristiano.
Este hecho marcó a la familia porque veían en María Ángela una persona carismática de carácter fuerte, pero de oración al mismo tiempo. Todos pensaban que algo le tenía reservado el Señor. En los inicios de su infancia muere la madre y las capuchinas de la Ciudad Condal le acogen.
En su entorno descubre que está hecha para esa vida austera y contemplativa. Incluso sus rezos diarios le hacen sentirse muy llena de Dios y su vida. En su reflexión y sus escritos se notaba su capacidad mística. Había que reforzar el carisma y fue enviada a Zaragoza y a Murcia. Allí debía fundar nuevos Conventos.
Su profundidad espiritual se incrementó y además comprobaron su gran organización. En la capital murciana se hizo más patente la Cruz con epidemias y problemas de todo tipo. En ellos se afianzó más en Dios. Tuvo probablemente experiencias místicas que no divulgó por prudencia. La Beata María Ángel Astorch muere en el año 1665.





