¿Cuáles son los pasos a seguir para recibir el Sacramento de la Confirmación?

Este viernes, 28 de mayo, la Princesa Leonor, hija de Felipe VI y Doña Letizia, recibirá el sacramento de la Confirmación en la misma parroquia donde ya hizo la Primera Comunión

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La hija mayor de los Reyes de España y heredera al trono, la Princesa Leonor, recibirá este viernes, 28 de mayo, el Sacramento de la Confirmación. A diferencia de su padre y sus dos tías (las Infantas Elena y Cristina), Doña Leonor no hará la Confirmación en el Palacio de la Zarzuela, sino en la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora de Aravaca, cerca del colegio donde estudia.

Seguimos en el marco de una pandemia, por lo que a la Confirmación tan solo podrán asistir los padres y hermanos del alumno que se confirma, por lo que, en el caso de Doña Leonor, asistirían el monarca Felipe VI, la reina Doña Letizia y la hija menor del matrimonio, la Infanta Sofia.


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¿Qué representa el sacramento de la Confirmación y cuál es su significado?

La Confirmación es un Sacramento que tiene como finalidad que el confirmado salga fortalecido con los dones del Espíritu Santo, completándose la obra del Bautismo. A través de este Sacramento se logran los siete dones del Espíritu Santo: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

Con este Sacramento nos unimos firmemente a Cristo y conduce a su realización nuestro vínculo con la Iglesia. El Espíritu Santo nos concede una fuerza especial para difundir y defender la fe, para confesar el nombre de Cristo y para no avergonzarnos nunca de su Cruz.

Este sacramento se efectúa mediante la imposición de manos sobre quienes se confirman, y la unción con óleos sagrados. A partir de ese momento nos convertimos en cristianos maduros y podremos llevar una vida cristiana más perfecta, más activa. Podemos comparar la Confirmación con la festividad de la Pentecostés, el Espíritu Santo desciende sobre el confirmado.


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Los requisitos para llegar al sacramento de la Confirmación

Para llegar a este Sacramento de la mejor manera es importante tener una buena preparación, que debe estar orientada a conducirlos hacia una adhesión personal a la fe en Cristo y a despertar en ellos el sentido de pertenencia a la Iglesia. Por eso se suele celebrar este Sacramento en torno a los 15-16 años, tras una formación que dura alrededor tres años.


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La Confirmación en la Biblia

En el Antiguo Testamento, los profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías esperado. En el libro del Profeta Isaías se pone en labios del Mesías las siguientes palabras «El espíritu del Señor Yahvéh está sobre mí, por cuanto me ha ungido Yahvéh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado» (Isaías 61 1-2).

El descenso del Espíritu Santo sobre Jesús en su Bautismo por Juan fue el signo de que Él era el que debía venir, el Mesías, el Hijo de Dios. Habiendo sido concebido por obra del Espíritu Santo, toda su vida y toda su misión se realizan en una comunión total con el Espíritu Santo que el Padre le da «sin medida».

En repetidas ocasiones, Cristo prometió esta efusión del Espíritu, promesa que realizó primero el día de Pascua y luego, de manera más manifiesta, el día de Pentecostés.

Los Hechos de los apóstoles cuentan que los que creyeron en la predicación apostólica y se hicieron bautizar, recibieron a su vez el don del Espíritu Santo mediante la imposición de las manos y la oración. Es ésta imposición de las manos la que ha sido con toda razón considerada por la tradición católica como el primitivo origen del sacramento de la Confirmación, el cual perpetúa en la Iglesia, la gracia de Pentecostés.

En Occidente el nombre de Confirmación sugiere que este sacramento al mismo tiempo confirma el Bautismo y robustece la gracia bautismal. Como se lee en los Hechos de los apóstoles, este sacramento se vivía ya en la Iglesia primitiva: «Al enterarse los Apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaría había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo; pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo» (Hechos de los Apóstoles 8,14-17).



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