Ángelus y homilías Domingo 13-B del Tiempo Ordinario

Ángelus y homilías Domingo 13-B del Tiempo Ordinario

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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DOMINGO 13-B DEL TIEMPO ORDINARIO

NVulgata 1 Ps 2 E ? Concordia y ©atena Aurea (en)

(1/2) Benedicto XVI, Ángelus 1-7-2012 (de hr es fr en it pt)

(2/2) San Juan Pablo II, Homilía en Salzburgo, Austria 26-6-1988 (de it):

"Queridos hermanos y hermanas:

Confiado en la Palabra de Dios, respondo: "Dios creó al hombre para la incorruptibilidad". Y como discípulo de Cristo, sigo respondiendo: Por su muerte y resurrección, el Señor puso el fundamento definitivo para nuestra victoria sobre los poderes de la muerte, para el don de la vida eterna en Dios (…).

En esa súplica se escucha el anhelo profundo de todo padre, de toda madre, de todo esposo que se preocupa por la vida y el bienestar de sus seres queridos. Pero también se expresa en ella la fe fuerte del judío Jairo, que confía en que Jesús, el mensajero de Dios, salve a su hija de la muerte y le devuelva la vida y la salud.

Cuando le llega la noticia de que la muchacha había muerto ya, Jesús se conforma con recordar a Jairo esa fe: "No temas; solamente ten fe" (Mc 5, 36). Luego el Señor, con potestad divina vivificadora, dice a la hija muerta: "Muchacha, a ti te digo, levántate". Y el Evangelista añade: "La muchacha se levantó al instante y se puso a andar" (Mc 5, 42).

Podemos imaginar que el jefe de la sinagoga dio gracias de todo corazón al Dios omnipotente por ese don inaudito; y tal vez lo hizo con las palabras del Salmo responsorial de hoy: "Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre" (Sal 30/29, 11-13).

Jesús, para testimoniar esa verdad, devolvió la vida a aquella muchacha difunta. Sí, él está dispuesto a ser condenado por la increencia de los hombres a una muerte ignominiosa y a morir en la cruz para manifestar luego en su resurrección el poder de la vida, que es él mismo. Como se dice hoy en la segunda lectura de la Carta a los Corintios, el Señor se hizo "pobre" hasta el desprendimiento completo en la cruz. Se hizo pobre para hacernos ricos a nosotros, ricos de vida eterna (…).

Su promesa se aplica a todos nosotros: "Yo vivo, y también vosotros viviréis" (cf Jn 14, 19).

Ahora bien, la mayoría de nosotros es dolorosamente consciente de las muchas amenazas que pesan hoy sobre la vida (…). Nosotros los cristianos, sobre todo, estamos llamados a afrontar ese temor a la vida (…) y a ponerle diques de contención, proclamando y testimoniando el sí de Dios a la vida.

Me refiero al miedo de no tener bastante, el miedo de hacerse viejo y disminuir en el ritmo de trabajo; el miedo ante las peligrosas posibilidades del hombre para la violencia y la destrucción; el miedo ante la oscuridad y el abismo de nuestro propio mundo; el miedo ante la muerte y la nada. Esos miedos están esperando ser compensados o incluso sanados por los valores positivos y esperanzadores de nuestra fe (…).

Decid sí a Jesucristo. En él se ha manifestado el amor de Dios a los hombres (…). Confiemos en la frase que nos conserva el Evangelio de San Juan: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (10, 10). Entonces seremos capaces de "abandonarnos" al servicio de los demás, de tal modo que se cumpla en nosotros la palabra de Jesús: "Quien pierda su vida por mí, la encontrará" (Mt 16, 25).

Decid sí al Espíritu Santo, el Espíritu vivificador del Padre y del Hijo (…). Si estamos dispuestos a someternos a su guía, él despertará en nosotros paso a paso todas nuestras energías, incluso aquellas que desconocemos ahora: todas ellas deben estar al servicio de la vida.

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