La piratería en el cine. Una mirada desde la Doctrina Social de la Iglesia. Documento de la CEE

La piratería en el cine. Una mirada desde la Doctrina Social de la Iglesia. Documento de la CEE
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Mensaje de los Obispos de la CEMCS para la L Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
La piratería en el cine. Una mirada desde la Doctrina Social de la Iglesia, documento de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social de la CEE
Índice
En 1948, Pío XII instituyó la Pontificia Comisión para la Cinematografía Didáctica que se transformó, en 1954, en la Pontificia Comisión para el Cine, la Radio y la Televisión, que fue, a su vez, precursora del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales.
La Iglesia considera con afecto al mundo del cine y a sus profesionales y les anima a un trabajo que posibilita el propio desarrollo creativo y satisface otras necesidades de toda la humanidad como la difusión del conocimiento y de la cultura, la reflexión sobre la identidad y la misión del ser humano y la transmisión de valores esenciales para la convivencia. Como decía Juan Pablo II, "cuando el cine, obedeciendo a uno de sus principales objetivos, ofrece una imagen del hombre tal como es, debe proponer, partiendo de la realidad, válidas ocasiones de reflexión sobre las condiciones concretas en las que vive". Y continúa señalando que "ofrecer puntos de reflexión sobre temas como el compromiso en lo social, la denuncia de la violencia, de la marginación, de la guerra y de las injusticias, (?) que no pueden dejar indiferentes a cuantos están preocupados por la suerte de la humanidad, significa promover los valores que la Iglesia siente como suyos"[2]. Esta perspectiva es la que está en el origen de la iniciativa desarrollada en nuestro país con el nombre de Semana de Cine Espiritual, que desde 2004 cada año lleva a miles de personas a las salas de nuestro país, para formarse a través del cine.
La extensión de la piratería que afecta al mundo del cine, especialmente en nuestro país, está llegando incluso a poner en peligro la continuidad de esta expresión cultural tan valiosa para la difusión de ideas en beneficio de las personas. Como se constata tantas veces en la historia de la humanidad, el proceso científico y tecnológico es acumulativo, heredable y crece de manera exponencial, mientras que la dimensión moral del hombre debe ser enseñada y aprendida en cada generación. Esta contradicción alcanza también a nuestra sociedad y puede ser aplicada de manera particular al mundo del cine.
La dimensión social de estos bienes intelectuales y culturales es más evidente ya que se refieren a una actividad creativa que renueva a la sociedad y la hace progresar cuando atiende a sus verdaderos fines, más que una mera actividad productiva. Por eso, la dimensión social en ningún caso excluye la necesaria compensación del esfuerzo personal y colectivo de sus creadores con una recompensa justa, del mismo modo que el intercambio de bienes materiales se realiza generalmente mediante una conveniente retribución económica[5]. Más bien al contrario, la difusión sin contraprestación, de bienes culturales o intelectuales pueden suponer un grave freno en el desarrollo de esta actividad básica para el desarrollo de la sociedad. Las actividades que conculcan el derecho a recibir una justa retribución por el propio trabajo son contrarias, no sólo a la ley positiva de los países, sino también se oponen a la Ley de Dios[6].
Considerada como una industria más, el cine vive en la actualidad una grave crisis ligada, en parte, al cambio cultural que están creando las modernas tecnologías de la comunicación. Éstas han creado una nueva forma de entender todas las actividades humanas: las relaciones personales, la formación, el trabajo, el entretenimiento, la vida social… Las tecnologías hacen que estas realidades humanas se hayan vuelto más interpersonales, menos masivas, facilitando su difusión en pequeños grupos. Además la grave crisis económica general ha afectado de manera especial al negocio del ocio y del tiempo libre. En este contexto de dificultades económicas, uno de los factores que están contribuyendo a su agravamiento en la industria del cine es el fenómeno de la piratería.
La acción de la piratería afecta fundamentalmente a este segundo sector de la industria, creando cauces de difusión ilegales que impiden la obtención del beneficio legítimo. Esos cauces se ven favorecidos, además, por las nuevas tecnologías de la comunicación que facilitan las descargas ilegales desde internet, la copia masiva de películas, las herramientas que permiten su rápida difusión y su destino a la venta ilegal en mercadillos o por las calles, que afectan a todo tipo de películas, especialmente al cine de estreno.
Pero además, el daño ocasionado afecta también al primer sector, el del proceso creativo que no puede obtener los recursos necesarios para acometer nuevos proyectos que, como hemos señalado, pueden ser imprescindibles para el desarrollo social y cultural de las personas. Esto ocasiona graves daños a esta industria: disminuye el número de producciones, se perjudica a otras empresas auxiliares del sector, se induce al cierre de salas, desaparecen establecimientos de alquiler de películas, hay pérdidas de empleo, etc.
La UNESCO, organización de las Naciones Unidas encargada de la protección y difusión de la cultura, entiende por piratería, "la reproducción y distribución de copias de obras protegidas por el derecho de autor, así como su transmisión al público o su puesta a disposición en redes de comunicación en línea, sin la autorización de los propietarios legítimos, cuando dicha autorización resulte necesaria legalmente. La piratería afecta a obras de distintos tipos, como la música, la literatura, el cine, los programas informáticos, los videojuegos, los programas y las señales audiovisuales"[7].
Si las películas se ponen en circulación sin respetar el derecho retributivo, se comete un delito tipificado en el código penal, al que hemos llamado piratería, que refiere y valora el daño causado a autores, inversores, distribuidores, etc., un lucro cesante de graves consecuencias. La definición de piratería incluye cualquier proceso que conduce a generar o consumir una copia de un producto audiovisual por medios ilegales, que son aquellos no autorizados por quienes poseen los derechos de esa obra: grabación en salas, compra-venta o mera distribución de copias ilegales, descarga ilegal de internet, exhibición -gratuita o no- de copias no autorizadas o ilegales.
Los efectos de esta actividad en la industria del cine se pueden calcular a partir del lucro cesante, el cálculo de los ingresos no percibidos, que se estima en cientos de millones de euros cada año, según estudios realizados[8]. Dichos efectos también son visibles en el descenso de asistentes al cine, el cierre de un gran número de salas de exhibición o las caídas en la distribución de los productos relacionados con el consumo doméstico (DVD, BluRay, etc.)
El cine es un instrumento privilegiado para la formación, el entretenimiento, el conocimiento y la difusión de valores en la sociedad. Disfrutar del cine, en especial del que pone en su centro la dignidad humana, permite el desarrollo de nuestra humanidad. Valorar el trabajo de quienes trabajan en esta industria, que va más allá del entretenimiento, exige retribuir justamente su esfuerzo. De este modo, además de atender a la justicia social, servimos al bien común, ya que ese esfuerzo podrá mantenerse en el tiempo y nuevas obras cinematográficas, vinculadas a este séptimo arte, ofrecerán al ser humano los cauces para conocer su dignidad y aprender a defenderla.
Deseamos que el fenómeno de la piratería en el mundo del cine disminuya hasta desaparecer, como fruto de una reflexión madura de personas sensibles al auténtico valor del cine y sensibles al bien común de toda la sociedad.
Pedimos al Señor que esta reflexión nos ayude a todos a vivir mejor el compromiso con el desarrollo de la sociedad y a colaborar en su difusión.
+ Ginés Ramón García Beltrán
Obispo de Guadix y Presidente de la CEMCS
+ Santiago García Aracil
Arzobispo Emérito de Mérida-Badajoz
+ Joan Píris Frígola
Obispo Emérito de Lleida
+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena
+ Salvador Giménez Valls
Obispo de Lleida
+ José Ignacio Munilla Aguirre
Obispo de San Sebastián
[1] Juan Pablo II. Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 1995.
[2] Juan Pablo II. Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 1995.
[3] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2.406.
[4] Ibídem, n. 2.405.
[5] Cf. Juan Pablo II, Discurso a la Organización Internacional del Trabajo (15 de junio de 1982).
[6] Cf. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 302.
[7]http://portal.unesco.org/culture/es/ev.php-URL_ID=39397&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION201. html
[8]http://lacoalicion.es/wp-content/uploads/resumen-ejecutivo-observatorio-2014.pdf
[9] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1.807.
[10] Cf. Gaudium et Spes, n 26