Cuba y España: ¿Estados Libres Asociados Temporalmente?

España puede tener un papel único y conciliador en la transición cubana. Tenemos algo único en nuestra relación, aún estamos enamorados

Cuba y España


Pablo Martínez de Anguita

Publicado el - Actualizado

17 min lectura

¡Pobre pueblo cubano!¡Tan irrelevante y tan sólo en el mundo! ¡Los apagones son una metáfora de la oscuridad y la pobreza en las que las ha sumergido dos tercios de siglo de comunismo a aquel trozo de España en el que se construyó el primer ferrocarril español en 1837 de La Habana a Bejucal, que era llamado "sostén de la monarquía" durante el siglo XIX y cuyos impuestos aportaban más a la Corona española que muchas provincias peninsulares sumidas ellas entonces en la miseria! Cuba ha pasado de ser para España su preciada joya a una casi desconocida y olvidada.

Pero esa Cuba linda tiene un amor escondido y “ñángaro”, su antigua madre Patria. Aún mira a su ex-esposa, España, con ciertos ojos de enamorado abandonado, y como prueba de su nostalgia y respeto por nuestra patria, sus jóvenes más que cualquier otro hispanoamericano, han estudiado las obras de españoles como María Zambrano mejor que nosotros mismos, o han leído el Quijote como pate de su herencia cultural, que unida a la de José Martí o Alejo Carpentier han fusionado lo español con lo caribeño. Cuba es la segunda patria de las grandes editoriales españolas que han dado visibilidad a autores cubanos dentro y fuera de la isla, generando un intercambio de una familia cultural que no se ha roto. A diferencia de países como México que han asumido durante los últimos decenios la leyenda negra contra España, Cuba fue España hasta 1898, y los cubanos se siguen sintiendo orgullosos de sus ancestros españoles con los que compartieron patria. El mexicano aún anda maldiciendo a sus abuelos “conquistadores” con el mismo afán que el cubano venera a los suyos fundadores de la patria. Por algo a ambos lados del atlántico cantamos esa habanera tan simpática de “La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz es La Habana con más salero...” un juego poético y afectuoso que hermana las dos ciudades portuarias a través de su historia común, su cultura mestiza y su alegría caribeña o andaluza. Al fin y al cabo, la provincia cubana tenía sus diputados en las cortes de Cádiz, y de ello, y de nuestros 388 años compartiendo patria, los cubanos son mucho más conscientes que los españoles, que nos olvidamos de Cuba con el desastre del 98 y aún no nos hemos re-encontrado con el orgullo de nuestro pasado hispanoamericano, de nuestro hermoso y común baroco enriquecido en las américas y en concreto en aquella colonial virreinal que fue Cuba, primero en el Virreinato de Nueva España bajo control indirecto desde México hasta 1764 y luego directamente como Capitanía General.

Esta Cuba apagada y “apagonada” es hoy en día un país que pasó de tener unos dos millones de habitantes a comienzos del siglo XX a alcanzar un pico de 11,3 en 2020 y de ahí a comenzar el descenso porcentual más acentuado de población del mundo de un país que no está en guerra. La pobre Cuba solo tiene tres amigos, Rusia, China y Venezuela (por que Nicaragua es más bien un cuñado…) y dos vecinos. Al primero, Estados Unidos le basta con que no molesten más de la cuenta, y México es como un amigo chismoso que se aprovecha de la desgracia cubana para quejarse profundamente de un bloqueo estadounidense (que por cierto no bloquea nada más allá del comercio entre estos dos países en determinados ámbitos, ¿acaso Estados Unidos no es el principal proveedor de medicinas para Cuba?) para marcar su territorio al vecino común.

¿Y sobre los amigos? pues igual, ni son los mejores ni los más fieles. Los rusos dicen que quieren invertir en la isla, pero su PIB es inferior al italiano y no están para muchos líos externos, los chinos en el otro lado del mundo, su segundo socio comercial tras Europa, cuando pierdan el canal de Panamá a manos de Estados Unidos y abandonen por fin la idea de construir el eternamente futuro canal de Nicaragua no tendrán capacidad de llegar desde el pacífico, por mucho que quisieran tener un territorio inverso a Taiwán junto a las costas del gigante estadounidense (además, ya tienen Nicaragua), y ¡qué decir de Venezuela!… para amigos como éstos no hacen falta enemigos. ¡Exporta más exiliados en términos globales que la propia isla!

Haciendo un análisis más pormenorizado de los datos demográficos de Cuba, el economista Juan Carlos Albizu-Campos, estima que con la abrupta caída de la población desde 2020 hasta 2024, la población de la isla en 2025 es de 8.025.624 personas. Esta cifra representa una disminución del 24% en comparación con los datos oficiales de la Oficina Nacional de Estadística e Información. Por otra parte, todas las proyecciones futuras apuntan a descenso continuado de los residentes isleños, especialmente de las generaciones jóvenes que aún sueñan con un porvenir de prosperidad en libertad, y que por primera vez creen que es real porque lo han visto en las redes sociales de sus teléfonos móviles.

En este escenario se observa una crisis demográfica sin precedentes en Cuba. Haciendo un sencillo y generoso cálculo lineal, si Cuba pierde medio millón de personas al año, su población se habrá reducido a la mitad de su máximo (11,3millones de personas/2= 5.750.000) en menos de ocho años, de las cuales la mayor parte de los que aún queden serán mayores de 60 años. Pero es que, además, dada su pirámide demográfica, con el grupo más grande de población entre los 55 y los 59, y su baja natalidad (70.000 bebés anuales), que es aproximadamente la mitad de la media de los que mueren anualmente (127.000)1, y la emigración precisamente sucediendo entre los jóvenes que podrían todavía reproducirse en el país ( y generalmente entre los más preparados)… dentro de diez años si China, Rusia o Estados Unidos quiere quedarse con la isla lo único que tendrá que hacer es entrar preguntando si hay alguien ahí.

Será una isla zombi, y como tal puede ser un peligroso lugar de confrontación de potencias. Su proximidad a Estados Unidos la hace deseable para el vecino del Norte, pero quizá también para los adversarios de Estados Unidos, es decir para China, que podría ir sucediendo a Rusia en el soporte de la isla si consiguen ambos países superar los escollos que impiden la inversión China en Cuba, a saber las deudas significativas con empresas chinas como Huawei y Yutong, que han generado cautela en nuevas inversiones, y sobre todo la falta de reformas orientadas al mercado en Cuba, que ha sido precisamente señalada por China como un impedimento para una mayor inversión. Pero Cuba no se atreve a cambiar su “Patria o muerte”, y va a ser que va a ganar la segunda opción si no hay un cambio.

Por otra parte, los casi dos millones y medio de cubanos que emigraron a Miami (un millón casi en los últimos tres años) están deseosos de entrar de nuevo en la isla y “Miamizarla”, mientras que los que se quedaron y resistieron los años del “período especial”, los apagones, el hambre, la opresión y la miseria temen convertirse ahora en la mano de obra barata de los nuevos recién llegados cargados de dólares. Por otra parte, recientemente ha aparecido un nuevo grupo de exiliados, los cubanos que se han refugiado en España y que son ya una décima parte, unos 250.000, respecto a los de Estados Unidos.

En líneas generales el exilio cubano-norteamericano es más beligerante que el español. Es más reivindicativo, desea la continuidad del embargo, de modo que cuando se fuerce un cambio, los cubano-estadounidenses puedan entrar de nuevo con sus inversiones, negocios y franquicias americanas. Son emigrantes llegados desde los años 60, que hoy forman un potente lobby de empresarios, políticos y opositores (quizá el mayor exponente es el senador republicano por Florida, Marco Rubio) y que mantienen una posición firme de ruptura total con el régimen cubano, sin concesiones y con un total rechazo a negociaciones o diálogos sin cambios estructurales en Cuba tales como el multipartidismo y libertades plenas. El exilio cubano en España, llegado sobre todo a partir de los años 90 y 2000 por motivos económicos, políticos o artísticos, tiene una mayor presencia de intelectuales, escritores, periodistas y activistas cuyos enfoques son más críticos, pero menos ideológicos, y sus estrategias son más dialogantes. Están generalmente abiertos a diálogos graduales, reformas internas o cooperación internacional si hay mejoras en derechos humanos. Si bien son críticos con el castrismo, también lo son con el embargo estadounidense, y no necesariamente se identifican con el discurso más radical de Miami. Quizá más complacientes con el socialismo, o cuanto menos con la interpretación de los valores democráticos europeos, los cubano- españoles consideran que no habría que perder logros de la revolución tales como la sanidad universal o la educación gratuita, que no parecería fueran a mantenerse si Cuba adopta el modelo y los modos estadounidenses. Ambos exilios comparten el deseo de una Cuba libre, próspera y democrática y desean volver a ellas para reconstruir institucionalmente el país, abrirlo económicamente al mundo y lograr el reencuentro entre cubanos dentro y fuera del país.

España puede tener un papel único y conciliador en esta tesitura. Tenemos algo único, que nos diferencia del resto de todos los países en relación con Cuba. Se podría decir que aún estamos enamorados mutuamente. ¿En qué otro país se ha visto que dos dictadores como Franco y Fidel Castro de signos tan opuestos se respetaran y admiraran tanto?

Estados Unidos tiene el poder, pero nosotros la poesía. Estados Unidos ha intervenido militarmente en varios países a lo largo de su historia. Le debemos nuestra libertad en Europa. El plan Marshall fue una ayuda esencial para reconstruir plenamente nuestro  viejo continente.

Sin embargo, en los últimos cincuenta años una gran parte de las intervenciones de Estados Unidos sobre otros países han acabado en situaciones de estado fallido, países donde el gobierno pierde el control efectivo del territorio, no puede garantizar los servicios básicos, y como consecuencia se deterioran la seguridad, la economía y las instituciones. Con anterioridad, la invasión "yanquee" de Nicaragua de 1909 y 1927 trajo dictadores como los Somoza, que a su vez y en su contra alumbraron a aquellos sandinistas revolucionarios que aun gobiernan dictatorialmente este país; el presidente Reagan en 1990 logró derribar el telón de acero, pero lo democracia no se instaló en Rusia, y ahí tenemos al dictador Putin invadiendo Ucrania. En 2003, EE. UU. lideró una coalición para derrocar a Saddam Hussein bajo el pretexto de armas de destrucción masiva (que no existían..., una historia que a veces recuerda a la extraña explosión del acorazado USS Maine en el puerto de La Habana que permitió a los Estados Unidos atacar a los españoles de Cuba y prácticamente quedarse la isla hasta transformarla en una próspera dictadura liderada por el general Fulgencio Batista, fiel al vecino del Norte y antagonista de los comunistas cubanos que le derrocaron en 1959, por cierto, gracias sino al apoyo, sí a la pasividad estadounidense). Volviendo a Irak, tras la caída del régimen de Sadam Hussein vino el colapso institucional, el auge del sectarismo, y lo que es peor, el surgimiento del Estado Islámico (ISIS). A pesar de la experiencia, los Estados Unidos no mejoraron mucho su “afterwar” cuando invadieron Afganistán en 2001. Tras 20 años de conflicto, corrupción y dependencia de ayuda externa, el gobierno colapsó en 2021 cuando EE. UU. se retiró y los talibanes retomaron el poder.

El caso de Libia es aún más sangrante. EE. UU. participó en los bombardeos de la OTAN contra el régimen de Gadafi durante la Primavera Árabe, Gadafi fue derrocado y asesinado estallando una guerra civil entre milicias rivales, colapsando las instituciones dejando al país fragmentado en una serie de gobiernos rivales soportados por la presencia de grupos armados y extranjeros. Otro caso de estado fallido tras una intervención militar estadounidense es Haití, que ha sido intervenida o invadida. en varias ocasiones (1915–1934, 1994, 2004) para proteger intereses geoestratégicos o restaurar gobiernos amigos. Hoy en día es un quizá el estado más frágil de occidente sin apenas instituciones, corrupción endémica, colapso de la seguridad y los servicios públicos, así como el control territorial en manos de pandillas. Meritoria y desinteresada fue la intervención en Somalia, llevada a cabo por Estados Unidos para garantizar que la comida de Naciones Unidas llegaba a los más afectados por la hambruna y que sin embargo también terminó en un conflicto, la anarquía, la inestabilidad y la ausencia de un gobierno central efectivo.

Estados Unidos sabe ganar guerras. Lo que no está tan claro es que sepa ganar las paces. Al contrario, España es especialista en perder guerras, pero también en ganar paces. Hemos sido una potencia que ha perdido todos sus territorios, y lo que es peor, nos hemos enzarzado en disputas entre los propios españoles. Pero también hemos aprendido a reconciliarnos y a construir un futuro juntos. Somos maestros en “transiciones democráticas”. El paso del franquismo a la monarquía parlamentaria es un ejemplo de buen hacer para todas las naciones. Y es justo el camino que Cuba más necesita transitar.

Más tarde o más temprano es de esperar que las actuales autoridades cubanas (Raúl Castro tiene 94 años en 2025) empiecen a buscar una salida a la insostenible situación de miseria de su isla. Y ahí debe estar España, pendiente de su antigua joya, como una madre (patria) está pendiente de sus hijos aun cuando se hayan ido de casa. Una posibilidad creativa para ayudar al pueblo cubano a transitar hacia la democracia y el progreso podría ser la de ofrecer al pueblo cubano transformar su isla en un Estado Libre Asociado Temporal a España.

Una relación en la que Cuba se convirtiera en un Estado Libre Asociado a España sería un escenario político y jurídico extraordinario, con pocas referencias históricas recientes. Sin embargo, tomando como base modelos existentes (como el caso de Puerto Rico con EE. UU. o los territorios de ultramar franceses), podemos esbozar cómo podría estructurarse esa relación, siempre dentro de un marco hipotético y voluntario.

Un Estado Libre Asociado es una forma de autogobierno en la que un territorio mantiene su soberanía interna, pero establece un vínculo político, económico y/o jurídico especial con otro país. No se trata de una colonia, ni tampoco de una comunidad autónoma o una independencia completa: es una asociación voluntaria y pactada, generalmente reconocida por ambas partes y por el derecho internacional. Esta asociación o ELAt Cuba-España (t de temporal) podría empezar con un horizonte temporal de 25 o 50 años y podría implicar:

Gobierno autónomo cubano: Cuba mantendría su parlamento, presidente o primer ministro y el control sobre su legislación interna. España no gobernaría Cuba directamente, pero ofrecería marco institucional, garantías democráticas y apoyo constitucional si así se pacta. Cuba podría hacer su transición aceptando la constitución española como texto común (que a su vez quizá tendría que ser modificada en España).

Ciudadanía dual y libre tránsito: Los cubanos podrían optar a una ciudadanía compartida o especial, con derecho a residir, estudiar y trabajar en España y la UE. A cambio, los ciudadanos españoles podrían tener acceso preferente a Cuba. Los cubanos podrían ayudarnos inicialmente con nuestro déficit de población trabajadora al tiempo que se benefician de nuestro sobreabundante sistema educativo y universitario, y nosotros podríamos desarrollar la industria hostelera, automovilística, etc. en Cuba como puente hacia los mercados iberoamericanos.

Política exterior y defensa compartida: España podría representar a Cuba en ciertos foros internacionales o asistirla diplomáticamente al tiempo que podría existir un pacto de defensa común, con presencia coordinada o acuerdos militares limitados dándole independencia a Cuba respecto a Rusia, Estados Unidos y China.

Sistema económico e inversión: Cuba podría recibir fondos de cohesión o inversión pública española y europea, como ocurre con Canarias o territorios franceses de ultramar, así como participar del libre comercio, acceso preferente al mercado europeo, y la consiguiente modernización de infraestructuras y digitalización.

Justicia y derechos humanos: Cuba debería alinear su sistema judicial y constitucional con estándares democráticos europeos acordes a las garantías constitucionales españolas, facilitando así una rápida transición que garantizara la libertad de prensa, el multipartidismo, las elecciones libres y la división de poderes.

Protección cultural e identidad: Cuba conservaría plenamente su identidad nacional, símbolos y cultura, si bien se fomentaría un intercambio cultural e histórico renovado entre Cuba y España.

Para empezar a pensar en una transición sostenida por España como Estado Libre Asociado temporal, habría en primer lugar que facilitar la entrada a todos los cubanos que quieran salir en estos tiempos de crisis de Cuba. El Banco de España estima que España necesitaremos 24 millones de inmigrantes para mantener la relación entre trabajadores y pensionistas. Podríamos empezar por facilitar el ingreso de los cubanos que lo deseen (¿y porque no? nicas, haitianos y venezolanos del programa “parole humanitario” de Estados Unidos implementado por el gobierno de Joe Biden para reducir la inmigración irregular por la frontera que benefició a más de 530.000 personas de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela, y que ahora quiere cancelar Donald Trump). Cuantos más cubanos pisen España más sólida será la alianza entre la madre patria y la perla. Esto desde luego habrá que hacerlo teniendo en cuenta un proceso constituyente cubano, con consulta popular sobre el modelo y que garantice como lo hizo La Ley de Amnistía de 1977 (Ley 46/1977) que fue la ley de la transición española que borró los delitos políticos cometidos antes del 15 de diciembre de 1976, es decir cometidos durante la dictadura franquista, una cierta tolerancia en la convivencia entre quienes han oprimido al pueblo y los que han sido oprimidos. La justicia, la convivencia, y el bienestar son un triángulo muy difícil de sostener unido, al menos al inicio.

Después procedería una negociación bilateral entre gobiernos, refrendada en parlamentos y posiblemente por referéndums en ambos países, y que finalmente debería gozar del reconocimiento internacional de la ONU y la UE y tener el visto bueno de los Estados Unidos, a quien habría que convencerle de que le estamos quitando un problema de encima.

Puede sonar a política ficción. Quien escribe estas líneas es un forestal sin grandes conocimientos políticos, pero eso sí, enamorado de Hispanoamérica. España nunca ha sido o tenido un "Estado Libre Asociado" en su marco constitucional moderno, y menos aún uno temporal (se podría firmar por 25 o 50 años y llegado el paso de dicho tiempo renovarlo, cancelarlo, modificarlo o incluso que Cuba solicitara la incorporación a España como Comunidad Autónoma). Realmente estaríamos ante una innovación radical política, ante una nueva forma de modificar fronteras y estados de modo pacífico, fluido y dinámico (como hacemos con las empresas). Sé que habrá quien diga: “ya tenemos suficientes problemas en España como para preocuparme por Cuba…” pero a veces dejar de mirarnos al ombligo y salir de nosotros mismos puede ser el inicio de un cambio de ciclo. Y España necesita uno ya...

España requiere inmigrante a ser posible cualificados en mecánica, enfermería, geriatras, camareros, albañiles, cuidadores o informáticos entre otras profesiones y que además sean capaces, trabajadores, integrables y similares a nosotros. Los cubanos pueden hacer funcionar un "almedrón" de los 50, son excelentes sanitarios, saben de hostelería, y su mayor deseo es salir adelante y encontrar un sitio en el que con su trabajo duro puedan vivir con dignidad. Cuba requiere alguien que les ayude a preparar y ejecutar una transición política que deje atrás el terrible grito “Patria o muerte” y quizá lo sustituya por algún son cubano fusionado con unas bulerías gaditanas aderezadas con una guitarra y un cajón que cante algo así como:

España y Cuba, amor de “patria y vida”, 

abrazo de madre que nunca se olvida. 

Sufrida “perla del caribe”, esta es tu casa 

donde el alma española a su hija abraza.  

¿Y si nunca nos hubiéramos separado? https://www.instagram.com/reel/DMNlXZfN2AO/

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