Con Isabel II, se acaba un tiempo, una época...

El profesor de la Universidad de Valladolid Javier Burrieza reflexiona sobre "la Reina por antonomasia en Europa en el siglo XX"

Javier Burrieza - Universidad de Valladolid

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No ha hecho falta poner en el título de estas Reflexiones, Isabel II de Inglaterra, ni tampoco de Gran Bretaña que existe desde 1603, ni tampoco la soberana del Reino Unido de la Gran Bretaña desde 1707, o del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda desde 1800. Es la Reina por antonomasia en Europa en el siglo XX, testigo de tantos cambios, protagonista de algunos de ellos, desde una posición política propia del régimen constitucional de Inglaterra/Gran Bretaña desde su Revolución Gloriosa de 1688/1689 cuando se empieza a concebir una nueva dimensión del Rey con el pueblo y soberanía, dentro de lo que aportarán a la teoría política pensadores como Locke. Gran Bretaña, mejor el Reino Unido de la Gran Bretaña y su Monarquía (donde no debemos olvidar a Escocia), aunque hayan "practicado el brexit", son piedras angulares de nuestra Europa y su identidad.

Después, los historiadores somos profesionales de las fechas. Cuando el 7/8 de septiembre de 1600 entró la Virgen Vulnerata en Valladolid, las crónicas de aquel tiempo indicaban que lo hacía el mismo día en que la reina Isabel I cumplía años, tres años antes de su muerte en 1603. Aquella soberana, tan importante para la historia inglesa, era vista y retratada con controversia desde la entonces Monarquía de España. La Virgen destrozada por los ingleses en Cádiz en 1596 y traída al seminario de Ingleses de Valladolid estaban vinculados a un 8 de septiembre... Hoy ese 8 de septiembre se produce la muerte de la reina Isabel II, un personaje histórico de una importante dimensión, política y religiosa.

Desde España, y en este Valladolid de Felipe II, sería muy fácil hablar de la "Pérfida Albión" pero también inoportuno. Todavía alguien me lo ha mencionado en el día de hoy. Sin duda, son percepciones del pasado con olor a nactalina. A mí, me ha enseñado mucho mi convivencia larga y prolongada con el Real Colegio de Ingleses de Valladolid, el seminario de San Albano en el cual se han formado sacerdotes católicos ingleses y para Inglaterra desde tiempos de persecución para los católicos y desde los días en que no lo eran tanto. Pero he conocido a muchos ingleses, escoceses y británicos que me han cambiado mi concepción sobre ellos y que me han enseñado mucho de su modo de ser, de comportarse, de trabajar y de ser ingleses, escoceses y británicos. Hoy pueden ser católicos, sin dejar de ser ingleses, cuestión casi imposible en los días de Felipe II. Ellos valoran el gran personaje histórico de Isabel II, el papel nacional que ha desempeñado y lo que significa para ellos como cabeza del Estado (para los anglicanos además, como cabeza de la Iglesia de Inglaterra, Iglesia cristiana que no es la única que existe en Inglaterra por supuesto) y como piedra angular de su cariño y valoración por su propia historia, orgullo que nosotros no tenemos.

Me interesa también el papel que la mujer ha desempeñado en la historia de este gran país. Seis mujeres han ceñido su corona: María I desde 1554 y su restauración católica; Isabel I desde 1559 y su consolidación del anglicanismo; María II desde 1689 junto a su peculiar marido Guillermo III de Orange y la revolución inglesa parlamentaria; su hermana Ana Estuardo, la reina que apoyó a principios del siglo XVIII la sucesión no borbónica al trono de España y que recibió musicalmente a Haendel, un alemán nacionalizado inglés como lo fueron los Windsor; la reina Victoria a lo largo del siglo XIX, toda una época; y la reina Isabel II, una vida realmente complicada, nada envidiable, presidida por el cumplimiento del deber y su concepción patriótica y monárquica, que le condujo a tomar decisiones no siempre fáciles o acertadas. Sin embargo, admiro la identificación del pueblo inglés con su Monarquía, sobre todo con su construcción nacional... aunque en todos los sitios "cuecen habas" Y como la historia es caprichosa, la reina Isabel II muere en Escocia, en Balmoral.

Para una de estas mujeres, Henry Purcell escribió la música para los funerales de la Reina Mary -Music for the Funeral of Queen Mary-, fallecida en los últimos días de diciembre de 1694. Antes la había compuesto distintas odas cada año por su cumpleaños. Pero la viruela, y con 32 años, ni siquiera salvó a una Reina, cuando falleció en el Palacio de Kensington. Fue enterrada en la abadía de Westminster. Su particular esposo quedó desolado por su muerte y entonces un cronista definió a Guillermo III como "la criatura más miserable sobre la tierra"

En uno de los últimos himnos se reza

Thou knowest, Lord, the secrets of our hearts;

shut not thy merciful ears unto our pray'rs;

but spare us, Lord most holy, O God most mighty.

O holy and most merciful Saviour,

thou most worthy Judge eternal,

suffer us not, at our last hour,

for any pains of death, to fall from thee.

Tú conoces, Señor, los secretos de nuestros corazones;

no cierres tus misericordiosos oídos a nuestras oraciones;

pero perdónanos, Señor Santísimo, oh Dios poderoso.

Oh santo y misericordioso Salvador,

Tú dignísimo, Juez eterno,

no nos dejes, en nuestra última hora,

para que cualquier dolor de muerte, caiga de ti.


Con Isabel II, se acaba un tiempo, una época...

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