Editorial: El mejor antídoto contra los individualismos

Revista EcclesiaEcclesia

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Frente a una cultura que disgrega a la persona humana, la encierra en sí misma y le inculca cierta obsesión por el propio bienestar, la familia nos habla de un sujeto unificado, integrado y abierto a los demás. El empeño de poner el bien y la felicidad del otro antes que la propia, nos remite, como todo el Evangelio al Amor verdadero, al Amor con mayúsculas. Este ha sido uno de los principios formulados durante las jornadas de agentes de Pastoral de Familia y Vida. "De nuevo la familia cristiana. El primer anuncio a las familias".

Vivimos en un tiempo donde la cultura contemporánea pone en "el sentir" el centro y la totalidad de la persona. Y aunque los sentimientos son necesarios e importantes, si solo nos dejamos guiar por ellos se vuelven traicioneros y mentirosos. Frente a la mejor tradición católica que concibe al ser humano como una unidad de varias y diversas dimensiones, la cultura actual en una tendencia que parte de la modernidad, disgrega a la persona: Razón, afectividad, sentimientos, pensamiento, sexualidad, bienestar, capacidad económica… Incluso llega a enfrentar unas dimensiones de la persona con otras. Encontramos, en la actualidad, movimientos y grupos de presión que absolutizan algunas de estas dimensiones. Estos movimientos, con la bandera de liberar a la persona, acaban por esclavizarla al convertir una de estas dimensiones en la única clave de interpretación de su vida.

Por eso, frente a la cultura del descarte y la exclusión, potenciar la familia es un desafío, un reto y una invitación a romper con la concepción de la identidad individual que construye la vida como modo de expresar las preferencias subjetivas.

El doctor en Filosofía y experto en Pedagogía, Gregorio Luri, afirma que tener una familia es "un chollo psicológico". La familia es el único sitio en el que se aprende a querer a los demás siendo conscientes de sus defectos. Y querer a alguien de verdad, siendo conscientes de sus defectos, es lo que nos permite mantener la fidelidad a la palabra dada.

El Papa Francisco aseguró a los participantes en el III Simposio Internacional sobre la Exhortación Apostólica Amoris laetitia, "que la familia es una institución esencial para la sociedad, ya que es el mejor antídoto contra los individualismos extremos y egoístas".

El amor que fructifica en la familia "es el fermento de una cultura del encuentro y lleva al mundo actual una inyección de sociabilidad", destacó el Pontífice en sus palabras. En dicha exhortación, el Papa afirma que "el bien de la familia es decisivo para el futuro del mundo y de la Iglesia". Por todo ello, expresó, es necesaria una nueva mirada a la familia por parte de la Iglesia: "No basta con reiterar el valor y la importancia de la doctrina, si no nos convertimos en custodios de la belleza de la familia y si no cuidamos con compasión su fragilidad y sus heridas".

La Iglesia está encarnada en la realidad histórica e incluso cuando anuncia, debe hacerlo sumergiéndose en la vida real. Con la mirada puesta en el décimo Encuentro Mundial de Familias, que se celebrará en Roma justo en estas fechas del próximo año, estamos llamados a acompañar el camino de las familias; no solo a trazar su dirección.

De esta forma, podemos ayudar a las familias a caminar de una manera que responda a su vocación y misión, conscientes de la belleza de los vínculos, siendo el punto de referencia más firme para la estabilidad de toda la comunidad humana y social.

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