Católicos y Científicos: «Sebastián Cirac Estopañán»

Alfonso V. Carrascosa

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Nada mejor –a mi entender- para debilitar el mito laicista de que la Iglesia Católica es enemiga de la ciencia que hechos concretos en que tal aserto no se cumpla, es decir, personas en las que ciencia y fe se hayan dado la mano y por tanto contra factum non valet argumentum. A los ambientes académicos de alto nivel les dejamos las sesudas sesiones en las que teólogos, filósofos y científicos de alto standing se expliquen la compatibilidad de ambos ámbitos con razones y desarrollos que sólo ellos entienden y soportan. Nosotros al tajo, porque nadie más que nosotros se va a preocupar de hablar y divulgar la figura de personas como Sebastián Cirac Estopañán (Caspe, Zaragoza, 17-IX-1903 - Barcelona 17-III- 1970) de las que los laicistas no hablan: les tienen miedo.


Sacerdote católico, canónigo, filólogo, lingüista y helenista, de familia católica, ingresó en el seminario e hizo la carrera eclesiástica. Cursó los primeros estudios eclesiásticos en los seminarios de Belchite y de Zaragoza. Fue pensionado por esta diócesis para continuar los estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma en la que obtuvo el grado de doctor en Filosofía en 1925, el de bachiller en Derecho Canónico en 1926 y el de doctor en Teología en 1928, año en que fue ordenado sacerdote por el cardenal español Merry del Val. Las calificaciones obtenidas en Roma le hicieron merecedor del premio Merry del Val.


Fue párroco en algunos pueblos aragoneses. El rey Alfonso XIII firmó su nombramiento de párroco de Val de San Martín en 1930, pasando en este año a desempeñar las cátedras de Dogmática y Filosofía en el Seminario de Cuenca, y obtuvo por oposición la canonjía de archivero diocesano de esta ciudad. Por entonces conoció a san Jose María Escrivá de Balaguer y fue uno de los primeros sacerdotes en ingresar en el Opus Dei que él fundara. A raíz de esta estancia en Cuenca, años después escribió la obra hagiográfica del obispo aragonés Cruz Laplana (Vida de Don Cruz Laplana. Obispo de Cuenca, 1943), en la que denuncia la fuerte represión que sufrieron los eclesiásticos de aquella ciudad castellana durante los inicios de la Guerra Civil española por parte del Frente Popular.


En 1932 se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza, doctorándose en Madrid con la tesis «Los Procesos de Hechicería y Brujería en la Inquisición de Castilla la Nueva», publicada por el CSIC en 1942 y donde se aporta información sobre el hecho cierto de que en España la Inquisición protegió la vida de muchas mujeres acusadas de brujas.

En 1934 obtuvo una beca de la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), organización promotora de la ciencia bajo la monarquía parlamentaria católica de Alfonso XIII, para una estancia de seis meses en el Instituto de Bizantinística de la Ludwig-Maximilians Universität de Munich. Allí fue alumno del catedrático titular Franz Dölger, uno de los bizantinistas más prestigiosos de Europa y amigo del gran Rubió y Lluch. Cirac permaneció en Múnich cuatro años, obtuvo el título de profesor de Lengua Alemana en 1935, hasta la presentación de su tesis doctoral en 1937 sobre el díptico bizantino que se conserva en el Museo Diocesano de Cuenca y que lleva por título Das Erbe der Basilisa Maria und Esau von Joannina: Forschungen zu den byzantinisch- spanischen Beziehungen.


El cardenal Gomá le nombró, en 1939, profesor de Sagrada Escritura, Griego y Hebreo en el Seminario de Toledo. Desde 1942 impulsó la Sección de Humanidades del CSIC en Barcelona —que cumple este 2022 junto con toda la delegación del CSIC en la Comunidad Autónoma Catalana, 80 años— junto al profesor Ferran Valls y Taberner. Ocupó la dirección de la Sección de Filología Helena y Bizantinista hasta su muerte. Desde esta atalaya del conocimiento, promovió la búsqueda del período bizantino con la publicación de una serie de estudios monográficos bajo el título de conjunto «Bizancio y España».


Poseedor de cinco títulos de doctor, el 7 de noviembre de 1940 recibió el nombramiento de catedrático numerario de Lengua y Literatura Griegas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Barcelona. En esta facultad llegó a ser decano durante varios años. Fue además miembro del CSIC, del Comité Internacional de Estudios Bizantinos y presidente de la Sociedad de Estudios Clásicos. Pasó a desempeñar el puesto a académico que hasta 1938 había sido propiedad de Luis Segalá Estalella. En 1945 fue pensionado por el CSIC – dio muchísimas más pensiones que la Junta para ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE)- para estudiar el sistema de estudios filológicos de las universidades de Oxford y Cambridge.


Fue miembro del CSIC del Comité Internacional de Estudios Bizantinos, presidente de la Sociedad de Estudios Clásicos, etc. Escribió entre otras obras El Castillo del Compromiso de Caspe, La Bizantinística en España,La capital de Aragón rojo, Mártires de Caspe, Valor dogmático y transcendencia histórica del pasado, y otras muchas sobre Historia, lingüística, Hagiografía, destacando su obra Logos.

Sus libros y archivos fueron donados a la Biblioteca de la Universidad de Barcelona, donde constituyen el «Fondo Cirac». Su obra y gran parte de lo aquí recogido está en Wikipedia y su bibliografía.

¡Cinco doctorados! ¡Un cura católico! ¡Mamma mía! Otro cura católico señaló que el centro del Universo no era la Tierra (Copérnico), otro inventó la genética (Mendel, estamos en el segundo centenario de su nacimiento), otro inventó el ‘Big Bang’ (Lemaître), otro fundó el CSIC (Miguel Asín), etc., etc., etc.


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