El secreto que esconde el Altar de la Cátedra de San Pedro

Desde ahí, el Papa presidirá las Ceremonias centrales de la Semana Santa

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La Semana Santa de 2020 será recordada siempre por todos. Durante el Triduo Pascual, tal como ya ocurrió el pasado Domingo de Ramos, el Papa Francisco presidirá las ceremonias de la Pasión del Señor en el interior de la Basílica de San Pedro y sin peregrinos.

Hasta el momento todas las liturgias presididas por el Papa se han celebrado en el conocido como Altar de la Confesión, justo el que se encuentra bajo el Baldaquino y sobre la vertical donde se encuentra el lugar donde la tradición venera la tumba de San Pedro.

Con motivo de la adaptación de la Liturgia de estos días a causa de la pandemia, el Papa Francisco celebrará por primera vez en el Altar de la Cátedra, en el ábside de la Basílica.

En las imágenes retransmitidas por los medios de comunicación vemos que el Papa tiene a su espalda el monumental retablo de la Cátedra de San Pedro y la Gloria de Bernini, presidida por la vidriera del Espíritu Santo. Junto al presbiterio también estará presente el crucifijo de la iglesia de San Marcello y la imagen de María “Salus Populi Romani”, las mismas que acompañaron la bendición “Urbi et Orbi” del pasado 27 de marzo, impartida al mundo entero desde una plaza de San Pedro lluviosa y absolutamente vacía.

¿A quién pertenece realmente el trono que se encuentra en el centro del retablo?

El ábside de la Basílica es reconocible, porque nada más atravesar la puerta de entrada a la basílica, al mirar hacia el fondo, a todos nos sorprende la luz que penetra por la vidriera donde está representado el Espíritu Santo. Allí se pueden admirar dos grandiosos monumentos escultóricos: la Cátedra de San Pedro en bronce y, sobre ella, la Gloria, ambos de Bernini.

La Cátedra de San Pedro es una gran silla de bronce, sostenida por cuatro esculturas que representan a padres de la Iglesia. El grupo escultórico simboliza la trascendencia e importancia que para los católicos encierra el magisterio del Papa.

La palabra “cátedra” significa asiento o trono y de ahí deriva precisamente la palabra catedral, que es la iglesia donde un obispo tiene “el trono”, la sede, el lugar desde donde gobierna su diócesis.

Este inmenso trono del Altar de la Cátedra de San Pedro es en realidad un relicario, al que durante siglos se ha venerado porque creían que en su interior se encontraba la cátedra utilizada por San Pedro cuando vino a Roma.

Fue el Papa Pablo VI quien mandó investigar el contenido del relicario para datar la pieza y comprobar su autenticidad. Lo que realmente se encuentra en el interior de este gran trono de bronce es otro trono del siglo IX, posiblemente utilizado por Carlos el Calvo, el año 857 en su ceremonia de coronación, y que regaló después al Papa Juan VIII. Carlos el Calvo era nieto de Carlomagno. Durante muchos años la silla fue utilizada por el papa y sus sucesores durante las ceremonias litúrgicas, hasta que fue incorporada al Altar de la Cátedra de Bernini en 1666.

Los estudios que se realizaron durante un período de seis años, entre 1968 y 1974 confirmaron por lo tanto que se trataba de una silla cuyas partes más antiguas eran del siglo VI.

El verdadero simbolismo que encierra este Altar y que la Iglesia celebra en la festividad litúrgica de la Cátedra de San Pedro es subrayar el singular ministerio que el Señor confió a Pedro. Aquí está la raíz del “ministerium petrinum”, el servicio peculiar y único que el obispo de Roma está llamado a rendir a todo el pueblo cristiano.

El trono se apoya sobre cuatro grandes estatuas, también en bronce, que representan a cuatro Padres de la Iglesia: San Agustín, San Ambrosio, San Atanasio y San Juan Crisóstomo.

Por encima del trono se encuentra el famoso óculo de alabastro decorado con estuco dorado rodeado de ángeles que enmarca una vidriera en la que aparece una paloma, símbolo del Espíritu Santo. Se trata, por cierto, de la única vidriera coloreada de toda la Basílica de San Pedro.

Todos los años, el día de la Cátedra de San Pedro, el altar monumental de este ábside permanece iluminado toda la jornada con docenas de velas y se celebran numerosas misas para apoyar el trabajo del Papa.​

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