Roma acoge el funeral de la Madre Trinidad, mujer consagrada a Cristo: "Amó a la Iglesia hasta donar su vida"

El funeral tuvo lugar el 1 de agosto en la Basílica de San Pablo Extramuros. A los 30 años, la andaluza decidió consagrarse al Señor y fundar la Obra de la Iglesia

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El pasado 28 de julio fallecía en Roma la Madre Trinidad, fundadora de la Obra de la Iglesia. La capilla ardiente fue instalada en la Casa San Pedro Apóstol, sede de la institución en Roma. Por allí han pasado cientos de personas a lo largo de cuatro días llegadas de todas las partes del mundo.

La Misa de exequias fue celebrada en la Basílica de San Pablo Extramuros, una de las cuatro basílicas papales que se encuentran en la Ciudad Eterna. Durante la homilía, Mons. Cesare Nosiglia, arzobispo de Turín, destacó de ella su "servicio de amar a la Iglesia hasta donarle su propia vida".



El prelado estuvo acompañado de varios obispos y sacerdotes durante la Eucaristía. Además, a la Misa asistieron más de mil feligreses, cumpliendo en todo momento las medidas de seguridad ante la pandemia de la covid-19.

El sacerdote Francisco Javier Vicente, director general de la Rama Sacerdotal de la Obra, agradeció la presencia de los obispos, y destacó las muestras de cariño llegadas de obispos de todo el mundo que no habían podido asistir al funeral.

La vida de la Madre Trinidad: "La Iglesia es mi canción"

La Madre Trinidad nació en Dos Hermanas (Sevilla) en 1929. A los 30 años, viviendo en Madrid, afirmó haber vivido una experiencia mística: "Dios me introdujo de una manera profundísima e inimaginable en la hondura insondable del Misterio de su vida, para que contemplara aquel Sancta Sanctorum de la adorable Trinidad, velado y oculto. ¡Sólo para ayudar a la Iglesia!", relataba la Madre. Cuando lo explicaba, la Madre relataba que sentía que Dios le decía: "¿Quieres amor? Yo soy el amor infinito. ¿Quieres alegría? Yo soy la alegría infinita".

Esta experiencia que vivió la Madre Trinidad fue la que dio origen, poco tiempo después, a la fundación de la Obra de la Iglesia. La organización fue reconocida por San Juan Pablo II como institución eclesiástica de derecho pontificio en 1997.

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A lo largo de su vida, la Madre Trinidad manifestó claramente su vocación de amor a Dios a través de la Iglesia: "Mi vocación es ser Iglesia y hacer que todos sean Iglesia. Sólo soy el eco que se escucha en la repercusión del canto de la Iglesia. Yo soy el eco de la Iglesia y la Iglesia es mi canción".

También tuvo una buena relación, de manera especial, con San Juan Pablo II. Aunque tan solo se vieron tres veces, la Madre llegó a escribir hasta 55 extensas cartas al Papa polaco.

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