El director de cine Imanol Uribe recrea el asesinato de Ellacuría y los jesuitas de la UCA

«Llegaron de noche» se estrenará en marzo y cuenta la historia de Lucía Barreda, única testigo de la masacre

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«Llegaron de noche», la nueva película del director vasco Imanol Uribe (Días contados, El rey pasmado), recrea el asesinado de los jesuitas de la Universidad Centroamericana «José Simeón Cañas» de San Salvador (UCA), perpetrado por una unidad de élite del ejército salvadoreño la noche del 16 de noviembre de 1989. En la matanza fueron asesinados el teólogo Ignacio Ellacuría (rector) y sus compañeros Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López, así como la empleada del hogar Julia Elba Ramos y su hija Celina. Ellacuría, que acababa de regresar de España de recoger un premio, desempeñaba un papel clave en la búsqueda de una solución negociada a la guerra que asolaba El Salvador desde 1980, y que había causado ya decenas de miles de muertos.

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El film se estrenará en marzo y cuenta la historia a través de la mirada de Lucía Barrera de Cerna, la única testigo directo de una masacre que le cambió la vida. Barreda trabajaba como limpiadora en las instalaciones de la universidad y tras los hechos tuvo que huir del país con su familia, instalándose en Estados Unidos. Su papel lo interpreta la actriz hispano-colombiana Juana Acosta. Karra Elejalde y Carmelo Gómez, por su parte, dan vida en la pantalla a Ellacuría y a José María Tojeira, este último provincial de la Compañía de Jesús en Centroamérica en el momento de los hechos.

El título de la cinta, que en un principio iba a ser La mirada de Lucía, responde a una cita del propio Ellacuría, quien en un momento de la película afirma: «Si me matan de día sabrán que ha sido la guerrilla, pero si llegan de noche serán los militares los que me maten». Rodada en España y Colombia, el guion de Daniel Cebrián ha contado con el asesoramiento y visto bueno de la Compañía de Jesús. «Mi nacimiento en El Salvador, mi educación con los Jesuitas y la admiración que sentía por Ellacuría y su grupo, están en el origen de esta película», señala Uribe, el director.

Crimen cometido por los militares

La masacre de la UCA fue cometida en la semana en que la guerrilla del FMLN lanzó la mayor ofensiva contra la capital desde el inicio de la guerra. El crimen fue diseñado en una reunión a la que asistió la plana mayor del ejército, incluido el ministro de Defensa. Unos pocos autores materiales, militares de bajo rango, fueron juzgados y condenados a bajas penas que no acabaron de cumplir. Los autores intelectuales, sin embargo, nunca han podido ser llevados ante la Justicia en El Salvador.

La Audiencia Nacional Española condenó en septiembre de 2020 a 133 años y 4 meses de prisión al excoronel y exviceministro de Seguridad Pública Inocente Montano, extraditado unos años antes desde Estados Unidos. En febrero de 2021 el Tribunal Supremo ratificó el falló al considerar probado que Montano urdió, planeó y ordenó junto a otros miembros del Alto Mando de las Fuerzas Armadas el asesinato de los jesuitas. Los instigadores ordenaron a sus subordinados que no dejaran testigos, de ahí el asesinato de la empleada del hogar y de su hija. El ejército realizó pintadas para atribuir el crimen a la guerrilla.

Coincidiendo con el rodaje de la película, la Corte Suprema de Justicia de El Salvador dio carpetazo al proceso penal contra los autores intelectuales, declarando la nulidad del proceso y reafirmando los sobreseimientos definitivos de los imputados. El pasado 5 de enero, sin embargo, la Sala de lo Constitucional de ese mismo Tribunalordenó reabrir el caso.

La muerte de los jesuitas de la UCA fue un acontecimiento decisivo para el fin de la guerra, que concluyó con la firma de los acuerdos de paz firmados en Ciudad de México en enero de 1992. La lucha por la justicia social en El Salvador durante los años ochenta causó numerosos mártires en la Iglesia local. Uno de ellos fue el propio arzobispo, San Óscar Romero, asesinado mientras celebraba la Eucaristía en marzo de 1980. Ayer domingo, 23 de enero, fueron beatificadas en la explanada anexa a la catedral otras cuatro víctimas de aquella época, muertas por odio a la fe: el también jesuita Rutilio Grande, el franciscano Cosme Spessotto y los laicos Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus.

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