Se cumple un año del corte del suministro eléctrico en la Cañada Real de Madrid: "Mamá, ¿ya ha vuelto la luz?"

En octubre de 2020, el barrio madrileño dejó de recibir electricidad. Un año después, las familias del lugar continúan sufriendo un apagón masivo y afrontan la llegada del invierno

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El 2 de octubre de 2020, la Cañada Real sufrió un corte del suministro eléctrico masivo, dejando sin luz a miles de familias en medio de la crisis causada por la pandemia de la covid-19. A día de hoy, 1 de octubre de 2021, el suministro eléctrico no ha sido reestablecido, a pesar de las continuas declaraciones de diferentes instituciones exigiendo la restitución de la luz en el barrio.

Cáritas se ha hecho eco de esta triste efeméride, denunciando la grave situación inhumana que viven todos los residentes del barrio madrileño, situación que sufren especialmente los vecinos del sector 6 del distrito.

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"Mamá, ¿ya ha vuelto la luz?", preguntaron los niños de la Cañada Real Galiana durante meses al bajarse del autobús que les traía del colegio. Sin embargo, la ilusión y la esperanza parecen haber desaparecido entre ellos, que a duras penas pueden cargar con la mochila de un recién estrenado curso en educación primaria debido a la situación que experimentan.

Durante los períodos de confinamiento, los menores no tuvieron acceso a la educación debido a la escasez de conectividad telefónica y a internet, aunque eso se convirtió en un problema menor al llegar el invierno. El frío, la falta de agua caliente y la imposibilidad de tener luz en el hogar se convirtieron en el pan de cada día de varias familias que no podían abrigarse ni asearse adecuadamente. Por si fuera poco, a esto se incluye la humillación y la vergüenza de tener que acudir en estas condiciones a los colegios o lugares de trabajo.

Las familias de la Cañada Real han perdido la esperanza

La pandemia y la falta de luz acumulan enormemente los problemas de los ciudadanos que viven en la zona. Después de casi dos años, la tragedia parece lejos de terminar. Miedo, vergüenza, dolor y oscuridad persiguen a menores que viven en la Cañada entre capas y capas de mantas para poder dormir, velas para poder estudiar y estufas para poder jugar.

Mientras tanto, las familias sufren la sombra de la tristeza, la desesperación y la resignación, ante la incapacidad de solventar una situación que ya se ha alargado demasiado. Poco a poco, el frío comienza a aumentar, y los vecinos se preparan para afrontarlo como escasamente pueden.

Una joven de 19 años, residente en el barrio madrileño y participante de los proyectos de menores de Cáritas Diocesana de Madrid en la Cañada Real Galiana, ha relatado su experiencia sobre su vida en el distrito, especialmente desde el gran apagón: "Toda mi vida me he sentido diferente al resto de mis amigos y compañeros, los cuales no vivían en la Cañada. Pero por aquel entonces aún sentía que tenía cosas en común con ellos: por ejemplo, un hogar en el que me gustaba estar. Todo eso cambia el día en el que se va la luz, el día en el cual volver a casa te supone un agobio, y el día en el cual te das cuenta de que no vas a tener una vida igual que el resto".

Al concluir sus declaraciones, la joven afirma resignada que "vivir sin luz ha supuesto para mí perder la esperanza de poder tener una vida como el resto de las personas".




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