El Papa pide a la Iglesia convertirse en un auténtico "hospital de campaña": "Nadie debe ser descartado"

El 10 de enero se hizo público el mensaje de la XXXI Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra este sábado: "Cuida de él. La compasión como ejercicio sinodal de sanación"

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El 10 de enero la Santa Sede hizo público el Mensaje del Papa Francisco con motivo de la XXXI Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra este sábado, 11 de febrero, memoria litúrgica de la Santísima Virgen de Lourdes, sobre el tema: “"Cuida de él". La compasión como ejercicio sinodal de sanación”.

En el mensaje, el Papa Francisco recordó antes de todo que la “enfermedad forma parte de nuestra experiencia humana”. Asimismo, si se vive en el aislamiento y en el abandono, si no va acompañada del cuidado y de la compasión, “puede llegar a ser inhumana”. En pleno camino sinodal, el Santo Padre invitó a reflexionar “sobre el hecho de que, es precisamente a través de la experiencia de la fragilidad y de la enfermedad, como podemos aprender a caminar juntos según el estilo de Dios, que es cercanía, compasión y ternura”.

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“La experiencia de la enfermedad y de la debilidad – según el Papa – forman parte de nuestro camino de un modo natural, no nos excluyen del pueblo de Dios; al contrario, nos llevan al centro de la atención del Señor, que es Padre y no quiere perder a ninguno de sus hijos por el camino”. Lo importante, para el Santo Padre, es “reconocer la condición de soledad y de abandono. Se trata de una atrocidad que puede superarse antes que cualquier otra injusticia”.

Francisco admitió en el mensaje que “nunca estamos preparados para la enfermedad. Y, a menudo, ni siquiera para admitir el avance de la edad. Tenemos miedo a la vulnerabilidad y la cultura omnipresente del mercado nos empuja a negarla. No hay lugar para la fragilidad. Y, de este modo, el mal, cuando irrumpe y nos asalta, nos deja aturdidos”.

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En ese momento puede comenzar la soledad: “Por eso es tan importante que toda la Iglesia, también en lo que se refiere a la enfermedad, se confronte con el ejemplo evangélico del buen samaritano, para llegar a convertirse en un auténtico “hospital de campaña”. Su misión, sobre todo en las circunstancias históricas que atravesamos, se expresa, de hecho, en el ejercicio del cuidado. Todos somos frágiles y vulnerables; todos necesitamos esa atención compasiva, que sabe detenerse, acercarse, curar y levantar. La situación de los enfermos es, por tanto, una llamada que interrumpe la indiferencia y frena el paso de quienes avanzan como si no tuvieran hermanas y hermanos”.

El objetivo de la Jornada Mundial del Enfermo no es solamente invitar a la oración y a la cercanía con los que sufren, sino “sensibilizar al pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias y a la sociedad civil sobre “una nueva forma de avanzar juntos”. Francisco recordó además como “los años de la pandemia han aumentado nuestro sentimiento de gratitud hacia quienes trabajan cada día por la salud y la investigación”.

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Pero, de una tragedia colectiva tan grande, no basta salir honrando a unos héroes. El COVID-19 puso a dura prueba esta gran red de capacidades y de solidaridad, y mostró los límites estructurales de los actuales sistemas de bienestar. Por tanto, es necesario que la gratitud vaya acompañada de una búsqueda activa, en cada país, de estrategias y de recursos, para que a todos los seres humanos se les garantice el acceso a la asistencia y el derecho fundamental a la salud”, subrayó el Pontífice.

Francisco pidió que este sábado, 11 de febrero,a “miremos también al Santuario de Lourdes como una profecía, una lección que se encomienda a la Iglesia en el corazón de la modernidad. No vale solamente lo que funciona, ni cuentan solamente los que producen. Las personas enfermas están en el centro del pueblo de Dios, que avanza con ellos como profecía de una humanidad en la que todos son valiosos y nadie debe ser descartado”.

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