El Papa se despide de Canadá con un mensaje a los jóvenes inuits: "Estáis hechos para volar alto"

En su último acto en tierras canadienses, el Papa les pide que preserven su cultura y su historia y huyan de las "parodias de felicidad"

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El Papa Francisco ha mantenido este viernes 29 de julio un encuentro con los jóvenes y ancianos en Iqaluit, ciudad de poco más de 7.000 habitantes situada en el territorio autónomo de Nunavut.

Allí, en el discurso que les ha dirigido en la Plaza de la Escuela, ha instado a la juventud inuit a buscar su propio lugar en el mundo, escuchando las palabras sabias de sus mayores y comprometiéndose con el futuro del territorio. «Les deseo que, escuchando a los ancianos y recurriendo a la riqueza de vuestras tradiciones y de vuestra libertad, abracen el Evangelio custodiado y transmitido por sus antepasados, y que encuentren el rostro Inuk de Jesucristo», les ha pedido tras elogiar su cultura y su «hermosísimo lenguaje Inuktitut».



Como en otras intervenciones anteriores en esta «peregrinación penitencial» a Canadá, el Santo Padre ha comenzado su alocución confesando «la indignación y la vergüenza» que le «acompañan desde hace meses» por el «dolor» causado por las escuelas residenciales, que —ha recordado— separaron a los hijos de sus padres y causaron enormes sufrimientos.

«También hoy, también aquí, quisiera decirles que estoy muy apenado y quiero pedir perdón por el mal que cometieron no pocos católicos que esas escuelas contribuyeron a políticas de asimilación cultural y desvinculación», ha dicho a su auditorio. Entre los presentes había algunas víctimas sobrevivientes de estos centros, con quienes el Pontífice se había encontrado momentos antes en un encuentro privado.



Tres consejos

Francisco ha utilizado elementos propios de la realidad esquimal para pedir a la juventud inuit que abrece su historia y su cultura y que se arriesgue. Así, por ejemplo, ha aludido al charrán, la golondrina del Ártico, que, pese a los vientos adversos que le obligan a dar rodeos, siempre acaba llegando a su destino; o al «qulliq», la lámpara tradicional de aceite que no solo da luz, sino también calor para aguantar los rigores del clima. Tampoco han faltado referencias al hockey sobre hielo, el deporte rey en Canadá, y a destacadas figuras femeninas de este deporte, como Sarah Nurse o Marie-Philip Poulin.



El Santo Padre ha dado tres consejos a la juventud inuit: el primero que no se deje arrastrar hacia abajo por quienes quieren hacerles creer que es mejor pensar en sí mismos y dedicarse solo a la diversión. «Amigo —les ha dicho, en tono coloquial—, no estás hecho para “ir tirando”, para pasar las jornadas equilibrando deberes y placeres, sino para volar alto (…)».

El Papa les ha pedido también que sean «valientes» y no sigan «estelas luminosas que desaparecen fugazmente, fuegos artificiales que solo dejan humo». «Son espejismos, parodias de felicidad», ha afirmado citando palabras pronunciadas por san Juan Pablo II en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Toronto en 2002.

Libertad

Francisco, asimismo, ha apelado a su libertad, «que no es hacer todo lo que me parece y me gusta», sino «el don más grande que nuestro Padre celestial nos ha dado junto con la vida». «Si quieres hacer feliz a Dios, este es el camino, elegir el bien. Ánimo hermano, ánimo hermana, toma las riendas de tu libertad, no tengas miedo de tomar decisiones fuertes, ¡ve cada día hacia la luz», les ha pedido.

En una región en la que la vida está extremamente condicionada por lo rigores del clima, el Santo Padre ha invitado a los jóvenes, por último, a «hacer equipo», a formar grupos y a moverse. «No pueden pasar las jornadas aislados, rehenes de un teléfono», les ha dicho.

El Papa ya no regresa a la Canadá continental. Emprende viaje de regreso a Roma desde el aeropuerto de Iqaluit, estando prevista su llegada al aeropuerto de Fiumicino en torno a las 7.50 horas de este sábado, día 30.


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