El Papa León XIV pide aprender a confiar como lo hizo María: "Dios nunca llega tarde"
En la ´Domus Australia´, el Papa celebró las Vísperas por la Virgen del Rosario: "Esta devoción ocupa un lugar especial en mi corazón"
Celebración de las Vísperas en la Domus Australia presididas por el Papa León
Madrid - Publicado el - Actualizado
3 min lectura
En una ceremonia cargada de simbolismo y espiritualidad, el Papa León XIV presidió ayer por la tarde la celebración de las Primeras Vísperas en la ´Domus Australia´, con motivo de la fiesta patronal de la Virgen del Rosario de Pompeya. El momento más emotivo de la jornada fue la bendición solemne de una imagen restaurada de Nuestra Señora, un icono con una historia singular: fue donado hace décadas por el beato Bartolo Longo, apóstol del Rosario y fundador del santuario de Pompeya, quien pronto será elevado a los altares como santo.
"Esta devoción a nuestra Madre Bendita ocupa un lugar especial en mi corazón", comenzó diciendo el Pontífice ante los residentes, peregrinos y la comunidad local reunidos para la ocasión. León XIV expresó su profundo deseo de que la imagen restaurada inspire una devoción cada vez mayor entre quienes visitan la residencia de peregrinos australianos en Roma. La celebración cobra especial relevancia en el contexto del Año Jubilar dedicado a la esperanza, virtud que el Papa ha colocado en el centro de su pontificado.
Durante su homilía, el Santo Padre destacó que María fue la encarnación más perfecta de la esperanza teologal. "María confió en que Dios cumpliría sus promesas", afirmó el Papa, subrayando que esa esperanza le dio a la Virgen la fuerza y el valor para entregar su vida por el Evangelio y abandonarse totalmente a la voluntad divina. En un mundo marcado por la incertidumbre y la ansiedad, este mensaje resuena con particular fuerza entre los creyentes que buscan un ancla espiritual en tiempos turbulentos.
Celebración de las Vísperas en la Domus Australia presididas por el Papa León
El ejemplo de la virgen María
León XIV fue contundente al señalar que la fe de la Virgen María no fue una espera pasiva, sino un compromiso activo, paciente y confiado con el plan de Dios. "Dios nunca se retrasa", aseguró el Papa con firmeza, añadiendo una reflexión que invita a la conversión personal: "somos nosotros quienes debemos aprender a confiar, incluso cuando se requiere paciencia y perseverancia". Esta enseñanza desafía la cultura contemporánea de la inmediatez, donde la espera parece haberse convertido en algo intolerable.
El Pontífice recordó las palabras de San Pablo sobre la plenitud de los tiempos y explicó que Cristo no solo nos redime del pecado, sino que libera nuestros corazones para decir 'sí' a Dios, tal como hizo nuestra Madre Bendita. "El tiempo de Dios siempre es perfecto", sentenció León XIV, invitando a los fieles a abandonar sus ansiedades y a confiar plenamente en la providencia divina. Esta reflexión conecta directamente con las preocupaciones de millones de católicos que enfrentan desafíos personales, familiares y sociales, y buscan en su fe la fortaleza para seguir adelante.
Celebración de las Vísperas en la Domus Australia presididas por el Papa León
Cooperar con Dios
En uno de los momentos más profundos de su homilía, el Papa citó a San Agustín para recordar una verdad fundamental de la teología católica: "Dios nos creó sin nosotros, pero no nos salvará sin nosotros". Esta célebre frase del Doctor de la Iglesia resume el equilibrio perfecto entre la gracia divina y la libertad humana. León XIV explicó que esta verdad nos llama a cooperar activamente con Dios, viviendo como auténticos hijos e hijas de la gracia, no como espectadores pasivos de nuestra propia salvación.
La celebración en la Domus Australia se enmarca en una serie de gestos pastorales con los que León XIV está construyendo un pontificado cercano y accesible. Su mensaje sobre la esperanza y la confianza en Dios no es meramente teórico, sino que se traduce en una invitación concreta: rezar el Rosario con devoción, vivir la fe con coherencia y testimoniar el amor de Cristo en medio del mundo. Como señaló el Santo Padre, la imagen restaurada de la Virgen de Pompeya no es solo una obra de arte recuperada, sino un símbolo vivo de renovación espiritual para toda la Iglesia en este Año Jubilar.