Un sacerdote misionero lleva esperanza a los más pobres en África

El padre Christopher ha asegurado que, además de la ayuda económica y el voluntariado laico, “lo que más necesitamos aquí son más sacerdotes"

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El padre Christopher Hartley Sartorius, actualmente misionero en la Diócesis de Tombura-Yambio, en Sudán del Sur, llegó al país africano en 2019 para servir a una comunidad rural en pobreza extrema, y que, gracias a la ayuda de la Iglesia, está saliendo adelante gracias múltiples obras caritativas.

Desde la misión de Naandi, cercana a la frontera sur de Sudán del Sur con la República Democrática del Congo y Uganda, el P. Hartley, oriundo de Inglaterra, escribió una carta en la que agradece a Dios por todos aquellos benefactores que le permitieron edificar nueva infraestructura en beneficio de los humildes. También solicitó oraciones, pidió al Señor más misioneros que lo ayuden en la difícil tarea y más ayuda caritativa que le permita continuar llevando esperanza. “Seguid ayudándonos, os lo ruego en nombre de Dios y estas pobres gentes”, escribió el P. Hartley.

“La única razón por la que hacemos todo esto, la única razón por la que yo sacerdote misionero estoy aquí y todos los que colaboran conmigo, es para que estas pobres gentes ‘se salven y lleguen al pleno conocimiento de la verdad’, para que ‘sean santos como vuestro padre celestial es santo’”, agregó.

Sudán del Sur se independizó de Sudán, África, en el año 2011. Sin embargo, en diciembre de 2013 estalló una sangrienta guerra civil hasta que en 2018 se firmó un acuerdo que exigía un gobierno unificado, formado por ambas partes y que comenzó a regir el país el 12 de mayo de 2019. La guerra generó una grave crisis humanitaria en el país que persiste hasta hoy con una pobreza arraigada y escasas opciones de movilidad social y económica. En ese contexto, el P. Hartley ha logrado erigir dos escuelas, la primaria Santa Teresa y la secundaria San Pedro y San Pablo, en la parroquia de Naandi.

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“Estas dos escuelas con más de 800 alumnos entre las dos, eran dos ruinas horribles, que se caían a pedazos. Si como parece, según los planes del gobierno, vamos a reanudar las clases en abril en dos edificios preciosos, se debe gracias a vuestras oraciones, vuestro entusiasmo y vuestras donaciones”, señaló. Asimismo, el presbítero se encuentra en la primera fase de construcción de un seminario, y muy cerca de completar la construcción de la parroquia Santísima Trinidad, en el poblado de Andari, y la parroquia Santa María, en el poblado de Baragu.

Respecto al seminario aseguró que han “empezado con paso firme las obras de la primera fase”. “Un salón multiuso que durante un tiempo servirá de dormitorio a nuestros casi 170 seminaristas. Aunque el plan es terminar este edificio en ocho meses, según el contrato; tengo confianza que quizá en poco más de seis meses esté terminado para la gloria de Dios”, comentó. “Como sabéis, trabajo en todas las obras con el mismo equipo y a fuerza de coscorrones, correcciones y mandar a tumbar paredes enteras si no están milimétricamente derechas, creo que están haciendo un magnífico trabajo y de gran calidad”, agregó en la carta.

Sobre las iglesias a punto de ser terminadas, el sacerdote dijo que se espera que el Obispo de Tombura-Yambio, Mons. Edward Hiiboro Kussala, llegue al poblado “a consagrar estos templos y a celebrar para nosotros la primera Misa solemne”. “Es difícil explicaros la emoción de la gente al ver sus iglesias levantarse ladrillo a ladrillo” comentó.

El P. Hartley dijo que, recientemente, una señora entró a la iglesia en obras, empezó llorar y dijo: “esta iglesia es un milagro, nací en una choza aquí cerca, todos los días rezábamos de niños que un día Jesús tuviera una iglesia de verdad. El otro día, alguien vino a decirme que estaban construyendo una iglesia en mi trocito de selva. No me lo creí y he venido a verlo con mis propios ojos, es un milagro, en verdad que Dios escucha las oraciones de los niños, de los pobres”.

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La vida de fe en Naandi

El P. Hartley contó que desde que comenzó este 2021 diseñó “un plan para que en un mes todas las comunidades puedan tener la celebración de la Santa Misa”. “Al llegar, y mientras mis intrépidos monaguillos preparan el altar para la celebración de la Santa Misa, yo me pongo debajo de la sombra de cualquier árbol a escuchar a todos en confesión. Ya llevamos dos meses y se ha distribuido en estos días el calendario de marzo. Esto incluye las dos parroquias completas”, explicó.

Contó que hace poco confesó durante casi dos horas y que se dio cuenta que estaba confesando toda la gente que se había confesado el mes anterior. “No os puedo contar la alegría que sentí al ver que la gente se confesaba con tanta frecuencia, con tanta humildad, con tanta devoción. Y me vino a la memoria que cuando celebré por primera vez en esa comunidad, allá por junio de 2019, pregunté durante la homilía que cuándo habían tenido la última Misa. Me dijeron que hacía casi cuatro años. ¡Qué grande es el misterio del sacerdocio católico, cuánta falta nos hacen sacerdotes que quieran dar su vida por las misiones!”, destacó.

Más misioneros sacerdotes

El P. Hartley dijo que, además de la ayuda económica y el voluntariado laico, “lo que más necesitamos aquí son más sacerdotes”, “hombres consagrados a Dios que vengan a dar la vida sin billete de vuelta”. “Os ruego de rodillas que pidáis ‘al dueño de la mies que envíe más obreros a su mies’”, exhortó. “El obispo cada vez me confía más tareas, como el seminario, por ejemplo, pero yo no llego a todo lo que podría llegar, si tuviese la ayuda de otro u otros sacerdotes. Os pido con toda mi alma que os pongáis en oración ante el Santísimo y pidáis con gemidos y llantos, que el Buen Dios mande más misioneros sacerdotes a su mies”, subrayó.

El presbítero reflexionó sobre tantas personas que “mueren sin sacramentos por estas selvas, que suspiran por la venida de un sacerdote y mueren sin la santa Unción, sin el viático, sin la absolución sacramental”. “Llego hasta donde puedo, de choza en choza por los senderos de estas selvas, pero se quedan tantos sin atender”, añadió.

El P. Hartley pertenece a la Fundación Misión de la Misericordia, creada en 1999, que es una institución sin ánimo de lucro que tiene por objetivos la cooperación y el desarrollo de programas y proyectos que mejoren las condiciones de vida de las personas más necesitadas, todo ello de acuerdo con los principios establecidos por la Iglesia Católica.

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