Misiones Salesianas sostiene la esperanza en Myanmar: "Miles siguen durmiendo bajo lonas tras el terremoto"

El misionero salesiano Bosco Nyi alerta en nombre de Misiones Salesianas de la dramática situación que vive la población en medio de la emergencia y el conflicto armado

Misiones salesianas

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Borja Cuñado

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El pasado 28 de marzo, un terremoto de magnitud 7,7 sacudió Myanmar, afectando especialmente a las regiones de Mandalay y Sagaing. La catástrofe natural se sumó al conflicto armado que ya azotaba al país desde la crisis política de 2021, dejando a miles de personas en una situación desesperada. Escuelas, hospitales, viviendas y lugares de culto fueron reducidos a escombros, y los refugios improvisados de muchos desplazados internos también colapsaron.

Hoy, tres meses y medio después, la emergencia continúa. Muchas familias siguen viviendo al raso, bajo lonas de plástico, expuestas a las lluvias, enfermedades y sin acceso a servicios básicos. En este contexto, Misiones Salesianas lanza un nuevo llamamiento urgente a la comunidad internacional para que no se olvide de Myanmar, donde el sufrimiento persiste y la reconstrucción es todavía una promesa lejana.

Los equipos de rescate trabajan contrarreloj para localizar supervivientes entre las ruinas

Los equipos de rescate trabajan contrarreloj para localizar supervivientes entre las ruinas

Emergencia sin tregua  

"El dolor no ha hecho más que aumentar", explica el misionero salesiano Bosco Nyi desde el terreno. Las familias más afectadas, muchas de ellas ya desplazadas por la violencia, han perdido lo poco que tenían y no cuentan con recursos para reconstruir sus vidas. "Los hospitales están colapsados, los niños no pueden volver al colegio y hay personas con enfermedades crónicas que sufren en silencio", lamenta.

La situación se complica con la llegada de la temporada de lluvias, que agrava las condiciones sanitarias y dificulta aún más la distribución de ayuda. Los misioneros salesianos han desplegado un plan integral de asistencia a largo plazo, enfocado en dar alimentos, educación, atención médica y apoyo psicoemocional a las comunidades más afectadas, especialmente en el campo de desplazados de Min Gun, donde viven más de 1.200 familias.

Fieles rezando en la catedral de Yangon, Myanmar

Vatican News

Fieles rezando en la catedral de Yangon, Myanmar

Un pueblo roto pero valiente  

A pesar del miedo, la pobreza y el cansancio, la población local sigue mostrando una admirable fortaleza. "La gente está cansada y tiene miedo, pero no se rinde", afirma Nyi. Voluntarios, comunidades religiosas y personal humanitario trabajan sin descanso para atender a los más vulnerables, aunque los recursos no son suficientes.

Desde Misiones Salesianas insisten en que la ayuda debe ser sostenible en el tiempo. "Se necesitan viviendas dignas, agua potable, profesores capacitados y medios de vida para quienes lo han perdido todo", apuntan. El llamamiento es claro: Myanmar no debe caer en el olvido. La tragedia sigue activa y la solidaridad internacional es clave para que estas personas puedan tener una segunda oportunidad.

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