Margarita Saldaña, laica de la familia espiritual de Carlos de Foucauld: "Fue un buscador de Dios"

La vida de Charles de Foucauld está signada por una conversión fulgurante a la edad de 27 años, que marcó el inicio de una profunda transformación interior

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A partir del próximo domingo 15 de mayo, todos podremos rezar a Carlos de Foucauld como santo. Fue beatificado por Benedicto XVI el 13 de noviembre de 2005. Educado en la fe cristiana, joven agnóstico, oficial de caballería consumido por sus pasiones, explorador, después de haber encontrado un Dios de Misericordia, fue trapense y finalmente ermitaño entregado a todo en el desierto del Sahara: la personalidad y el itinerario de este testigo del Evangelio son, cuando menos, ricos y no exentos de asperezas.

Margarita Saldaña es licenciada en Periodismo y en Teología Dogmática y pertenece a la familia espiritual de Carlos de Foucauld. Pertenece además, como laica consagrada, a la Fraternidad de Hermanitas del Sagrado Corazón de Carlos de Foucuald. Actualmente vive en París y trabaja en una clínica de cuidados paliativos, labor que compagina con el acompañamiento espiritual, los retiros y la formación.

Para toda la familia espiritual de Carlos de Foucauld este domingo va a ser un día muy importante, pero más allá de la canonización, lo más importante para Margarita es que Carlos de Foucuald sea propuesto “como modelo para toda la Iglesia”.

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El próximo domingo el Papa Francisco va a canonizar 10 nuevos santos entre los cuales está Carlos de Foucauld. ¿Qué importancia tiene este día para toda su “familia espiritual”?

Es una alegría muy grande. El Papa anunció hace 2 años la canonización y no la ha podido realizar hasta ahora por la pandemia y a nosotros lo que nos interesa de esta canonización no es tanto el hecho de que Carlos de Foucauld sea subido a los altares, si no de que sea propuesto como modelo para toda la Iglesia.

Como modelo en el sentido como hermano, creyente y testigo que nos enseña un camino de santidad para nosotros hoy en día, aquí donde cada uno nos encontramos.

Para quien no conoce su figura, ¿cómo se podría resumir en pocas palabras?

Carlos de Foucauld fue un buscador de Dios y un hombre que en medio de muchas idas y vueltas en su propio camino fue descubriendo que Dios actuaba.

Un hombre que pasó por muchas etapas, que vivió la oscuridad de no creer, que poco a poco hizo un proceso de conversión que le fue llevando al don absoluto de su vida a Dios y que tuvo que ir descubriendo y discerniendo poco a poco como darle forma. Pasó por la trapa, por una radicalidad extrema como criado de las Clarisas de Nazaret, y después fue ya sumergiéndose en una manera de vivir el sacerdocio que llegó a vivir el resto de sus años en el desierto en medio de los tuaregs buscando a Dios y el amor a Dios a través del amor a los seres humanos y a particularmente a los últimos, a los que están más alejados del conocimiento de Cristo.

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Francés, huérfano, aristócrata, militar, explorador...pero usted en su último libro también lo llama “Hermano Inacabado”, ¿qué significan estas dos palabras?

Pues a mí me gusta mucho pensar que Carlos de Foucauld abra un camino de santidad que pasa por el "inacabamiento". A veces creemos que la santidad consiste en la perfección moral y Carlos de Foucauld fue una persona en absoluto perfecta y terminada, si no siempre abierta y necesitada de la obra de Dios en él. Eso hace de él un hermano que llena nuestro encuentro con Dios y un hermano universal. Todos nosotros necesitamos de la presencia de Dios que vaya cumpliendo nuestra vida.

Carlos de Foucauld tuvo muchas intuiciones a lo largo de su vida y quiso fundar algunas cosas que nunca fundó: por eso es inacabado en este otro sentido y que sus intuiciones se han ido realizando después de su muerte y van adquiriendo concreciones y matices en la manera de vivir de su gran familia espiritual en el siglo XXI.

¿Cuál es el legado de Carlos de Foucauld hoy en día?

En la actualidad de hoy Carlos de Foucauld nos invita a toda la Iglesia a volver al Evangelio, a volver los ojos a Jesús y a partir de allí entrar cada vez más en el misterio de Nazaret, en esa vida ordinaria, banal, vivida desde la profundidad de la presencia de Dios y en el compromiso con los más pequeños y con esos que el mundo va descartando como dice el Papa Francisco. Volver al Evangelio y ahí vivir ese único amor que es el amor a Dios y el amor al prójimo y a la humanidad con una audacia siempre nueva, la audacia del Evangelio.

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El Papa Francisco habla mucho de una Iglesia en salido y el mismo Sínodo que estamos viviendo estos meses nos habla de esta Iglesia, ¿cómo se traduce esto en la vida de Charles de Foucauld?

Carlos fue un explorador en el sentido que vivió siempre de cara a horizontes inéditos, siempre saliendo de lugares conocidos para ir hacia horizontes desconocidos. Su vida fue una exploración, una irradiación porque él quiso que a través de él la presencia de Jesús fuera llegando cada vez más lejos.

Pienso que esto conecta perfectamente con este interés del Papa de hacernos salir, de vivir permanentemente yendo más lejos de nuestras certezas, de nuestros mundos conocidos, de nuestras propias fronteras para poder encontrar al otro, al otro diferente y al otro que tiene un mensaje de salvación, un mensaje para traerme a mí aunque no sea bajo etiquetas cristianas o ni siquiera religiosas y en esta salida se produce ese encuentro de todo el humano que Dios va llenando de sentido y de presencia.

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