Casi un lustro sin noticias de la misionera Gloria Cecilia, raptada en un orfanato de Malí por los yihadistas

Una de las mujeres que compartió cautividad con la Hermana colombiana ha escrito una carta en la que llama a la Humanidad a no olvidar su figura y rezar por ella

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Han pasado cuatro años y medio, pero nadie puede olvidar a la misionera colombiana Gloria Cecilia Narváez, secuestrada en Malí el 7 de febrero de 2017 por un grupo yihadista. A lo largo de este tiempo, son pocas las noticias que se han conocido sobre el estado de la religiosa. El pasado mes de octubre la rehén francesa liberada, Sophie Petronin, informaba que estaba viva, pero precisaba de atención médica.

Hasta su secuestro, Gloria Cecilia Narváez, de 56 años, dirigía en la localidad de Koutiala, al sur de Malí, la comunidad misionera de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada, a la que pertenece, donde con otras tres religiosas llevaban adelante un orfanato, un dispensario sanitario y un programa a favor de la mujer.

Ahora, la canadiense Edith Blais, quien compartió cinco meses de cautiverio con Gloria Cecilia Narváez y que logró escapar en marzo de 2020 del grupo terrorista GSIM tras ser secuestra en Burkina Faso en diciembre de 2018, pide por carta ayuda y no olvidarnos de la misionera. La nota está llena de esperanza, pero también de preocupación por el estado en el que pueda encontrarse la religiosa actualmente: “Compartió conmigo todo lo que tenía”, expresaba la canadiense.

En la misiva, Edith Blais recordaba cómo la hermana Gloria la había ayudado durante su encierro en el desierto: “Es una gran mujer, profundamente abnegada, y me entristece saber que es precisamente esta característica la que la llevó a este infierno. Ha dedicado su vida a ayudar a los demás, yendo a países pobres y peligrosos para apoyar a las mujeres y cuidar de la salud de niños pequeños que probablemente no habrían sobrevivido sin esta benevolencia”.

Los motivos que llevaron a los yihadistas a secuestrar a la misionera

En la carta, la canadiense explicaba los motivos por los que la misionera colombiana fue secuestrada en el orfanato en el que se encontraba trabajando. Blais precisaba que los terroristas que irrumpieron en el centro iban buscando dinero: “Por desgracia, las mujeres que trabajaban allí no tenían lo que buscaban los terroristas, ya que vivían casi sin nada. Temiendo que los agresores hicieran daño a sus compañeras, les rogó que la eligieran a ella si querían dañar a una de ellas, porque era la mayor de las cuatro. La escucharon y escaparon del orfanato, llevándola con ellos, adentrándose en el desierto en sus motos”.

Tras el secuestro, la hermana Gloria se sentía afectada por el síndrome de estrés postraumático, lo que le llevó al sufrimiento pese a no perder nunca la esperanza: “Siempre ha mantenido su fe en Dios, en la vida, en la humanidad”.

La canadiense concluye su llamamiento instando a seguir “manteniendo viva la esperanza y la historia de la hermana Gloria Cecilia Narváez, para que la humanidad piense en ella y la lleve en su corazón, como yo la llevo en el mío”.

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