La Archidiócesis de Quito, en Ecuador, celebran el funeral por los 25 bebés que han sido abortados

El Obispo Auxiliar de Quito, Mons. Danilo Echeverría, ha remarcado que la vida de los inocentes no puede ser negociada

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La Archidiócesis de Quito, en Ecuador, junto con el Servicio Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, celebraron un funeral por los 25 bebés que fueron abortados o murieron tras ser abandonados.

La ceremonia arrancó con la Eucaristía presidida por el Obispo Auxiliar de Quito, Mons. Danilo Echeverría, quien señaló en su homilía que dejan en las manos misericordiosas de Dios a estos pequeños que han “muerto de una manera violenta”. El Prelado indicó que una de las realidades dolorosas del mundo actual es que “solamente se valora aquellas cosas que son caras, que tienen un precio económico grande”, y lo que es gratuito “queda en segundo plano”. Mons. Echeverría indicó que esta tendencia es grave cuando hablamos de Dios, que regala la vida, que es el “don más valioso que tenemos” y que cada vez es menos valorada.

Además, indicó que ahora se habla “del derecho a matar a alguien”, no solo a los bebés en el vientre de su madre, sino a todas las personas que “supuestamente son un estorbo para la sociedad”. Por ello, ha remarcado que la vida de los inocentes no puede ser negociada.

“La vida, sobre todo la vida de un ser inocente, de un ser indefenso, ha pasado a ser algo negociable, ya no se lo considera algo sagrado”, lamentó. El Prelado pidió al Señor que, en este choque con la realidad actual, “vayamos recuperando ese sentido inviolable de la vida humana, más aún si es la vida humana inocente, indefensa”.

“Esa vida humana que no tiene voz para reclamar, que no tiene presencia para hacerse notar, y que requiere de personas con gran corazón, con un sentido profundo de dignidad, que hagan valer sus derechos, que hagan valer el don extraordinario que han recibido de haber sido llamados a la existencia”, resaltó.

El Prelado lamentó que los seres humanos seamos capaces de provocar la muerte “de una manera violenta, de una manera agresiva, de una manera que impide que la persona que recibe ese don extraordinario pueda desarrollar los dones que Dios mismo le ha dado”.

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