Y este año, precisamente con ocasión de la festividad el próximo martes 26 de julio, en que la liturgia recuerda a Santa Ana y San Joaquín, padres de la Bienaventurada Virgen María habrá dos celebraciones solemnes. La de la mañana, que presidirá el Cardenal Angelo Comastri, Arcipreste de la Basílica de San Pedro y Vicario general de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano, y la vespertina, que presidirá el Arzobispo Georg Gänswein, Prefecto de la Casa Pontificia.
La devoción a Santa Ana en la pequeña Parroquia pontificia
Al preparar esta fiesta anual, el Párroco de la Parroquia de Santa Ana, el agustiniano Bruno Silvestrini, explica que para esta edición eligió un tema especial, a fin de recordar y reforzar la estrecha relación existente entre esta Parroquia, encomendada por el Papa Pío XI, en 1929, a los agustinos, y la archicofradía vaticana de Santa Ana de? parafrenieri, que se trasladó a partir de aquel año a la iglesia romana de Santa Catalina della Rota, para lo cual invitó al primicerio de esta asociación que es Monseñor Gänswein.
En efecto, existe una estrecha relación entre esta parroquia y la archicofradía. Hasta el año 1929 la iglesia, que se encuentra a pocos pasos del ingreso de la Ciudad del Vaticano, en la vía de Porta Angélica ha sido la sede de esta archicofradía, donde sus miembros se reunían y rezaban a su protectora, la Madre de la Virgen María. Asimismo se recuerda que se debe a sus miembros la construcción, en el siglo XVI de esta pequeña iglesia. Mientras la devoción a la abuela de Jesús se remonta a los orígenes de la archicofradía, cuando sus miembros se reunían en torno a un altar de la Basílica de San Pedro, dedicado a Santa Ana.
La abuela de Jesús es muy invocada por las embarazadas
Además, Santa Ana recibe las invocaciones de las mujeres embarazadas, a fin de que vele sobre su maternidad. Mientras en una época se realizaba también la procesión de las futuras madres y aún hoy, cada día, muchas de ellas van a rezar ante su imagen, que se encuentra detrás del altar mayor de esta parroquia.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
Foto: la Parroquia de Santa Ana en el Vaticano – L’Osservatore Romano
